Traducido con Amor desde… https://www.thewingedlife.com
"Lo que hay detrás de ti y
lo que hay delante de ti palidece en comparación con lo que hay dentro de
ti".
~Ralph Waldo Emerson
***
Estoy en paz.
Estoy en paz con no estar en paz.
Estoy en paz.
Estoy contento con el descontento
divino.
La biblia describe aproximadamente cuatrocientos
diagnósticos relacionados con problemas mentales, emocionales o conductuales.
Lo que no discute en ninguna parte de sus casi mil páginas son las fuentes
espirituales (o existenciales) del sufrimiento. Un componente curativo de la
terapia individual o grupal es lo que los psicólogos llaman universalidad: la conciencia de
que no estoy solo en mi sufrimiento. Entonces, después de treinta y cuatro años
de escuchar a la gente, aquí, sin ningún orden en particular, hay una lista de
diez fuentes espirituales/existenciales universales de nuestra
"enfermedad" interior y cómo una práctica diaria de atención plena
puede ayudarnos con ellas:
1. Reactividad: Respondemos a situaciones estresantes y a otras
personas, incluidas las que más amamos, con emociones o comportamientos rápidos
y habituales. Tal reactividad nos hace vivir en piloto automático y nos bloquea
de nuestro ser superior. Una práctica diaria de mindfulness nos permite poner un desfase entre el
estímulo y la respuesta y avanzar hacia una mejor versión de nosotros mismos.
2. Negación de la finitud: experimentamos nuestras vidas en
este mundo como limitadas, pero anhelamos el infinito. El filósofo Paul Ricoeur
dijo que el dilema humano es que somos “seres finitos con anhelos infinitos”.
Varias adicciones pueden entenderse como nuestros intentos equivocados de
alcanzar el infinito. ¡El perfeccionismo también es una negación de la finitud
que nos hace como queso suizo esperando perpetuamente no estar llenos de
agujeros! Una práctica diaria de atención plena puede ayudarnos a aceptar la finitud incluso mientras
seguimos siendo conscientes de nuestros anhelos infinitos y los aceptamos.
Rodear el dilema finito/infinito con una amable aceptación nos hace menos
propensos a esforzarnos imprudentemente por anhelos infinitos de maneras que
dañan nuestras vidas finitas.
3. Autocrítica: No nos hablamos a nosotros mismos cuando
estamos luchando con tanta delicadeza y sin juzgar como le ofreceríamos a un
buen amigo. Cuando nos juzgamos a nosotros mismos con dureza, somos propensos a
juzgar a los demás también de esa manera. Una práctica diaria de atención plena
puede ayudarnos a notar la autocrítica
y rodearla con una amable aceptación, tanto de nosotros mismos como de nuestra
tendencia a juzgarnos a nosotros mismos.
4. Falta de conciencia del yo sagrado: Vivimos como si el yo
estresado, reactivo, herido, fuera todo lo que hay para nosotros. Nuestras
capacidades más elevadas de asombro, alegría, compasión y paz permanecen en su
mayoría sin explotar. Vivimos desde el pequeño yo la mayor parte del tiempo y
no llegamos a conocer el gran yo en el que “vivimos, nos movemos y tenemos el
ser”. Una práctica diaria de atención plena puede ayudarnos a aquietar el pequeño yo y obtener lo que
yo llamo "contacto con el Yo": vislumbres del Yo más grande que nos
ayudan a comenzar a vivir de manera más consistente a partir de energías
superiores.
5. Sesgo de” todo mal”: naturalmente, prestamos más atención a
lo que está mal en nuestras vidas que a lo que está bien. Mil cosas pueden
estar funcionando sin problemas en nuestro cuerpo, pero un dolor crónico puede
superarlos a todos por nuestra atención. Una práctica diaria de atención plena puede
ayudarnos a notar los trastornos en
nuestras vidas, aceptar que están aquí y volver a ponernos a tierra en
gratitud.
6. Habituación: una vez que pasamos la infancia, perdemos gran
parte de nuestra capacidad de asombro. Somos propensos a caminar dormidos por
la vida y a recurrir a cosas dañinas (p. ej., adicciones) para mantener la vida
interesante. Una práctica diaria de atención plena puede ayudarnos a sintonizarnos con la singularidad de cada
momento y descubrir que el mundo rebosa de gracia cuando estamos sintonizados
con él.
7. Miedo: Somos conscientes de que el mundo físico es un lugar
peligroso. Escuchamos cosas terribles todos los días y tememos que tales cosas
puedan afectar nuestras propias vidas. Además, el miedo al fracaso o a lo que puedan
pensar los demás inhibe nuestra disposición a vivir con autenticidad. Una
práctica diaria de atención plena puede ayudarnos a notar la presencia frecuente del miedo y liberarnos de él eligiendo
aceptar las dificultades de la vida y volviendo a comprometernos continuamente
a vivir la mejor vida que podamos en nuestras circunstancias.
8. Angustia por desapego: queremos estar conectados de forma
segura ("apegados" en la jerga psicológica) a aquellos que amamos.
Queremos saber que somos apreciados y amados, que importamos, que valemos el
tiempo de otras personas, que nuestras relaciones son seguras y de apoyo.
Cuando percibimos que alguien nos ha despreciado, sentimos "angustia por
desapego" (en realidad, los psicólogos la llaman "angustia por
apego", pero la angustia en realidad se trata de desapego). Una práctica
diaria de atención plena puede ayudarnos a notar
cuándo surge la angustia por el desapego y evitar reaccionar demasiado rápido a
los pensamientos o emociones habituales del yo pequeño.
9. Sobrecarga/subcarga: tenemos un problema de “Ricitos de oro”
cuando asumimos en la vida más de lo que podemos manejar y nos sentimos
estresados y agobiados, y sentimos que nuestras vidas carecen de propósito.
Una práctica diaria de atención plena puede ayudarnos a notar cuándo nos sentimos sobrecargados o insuficientes. En
la pausa tranquila de la práctica de la atención plena, podemos sentir que tenemos opciones para lidiar
con la sobrecarga o la falta de carga. También podemos sentir una energía o
sabiduría mayor que puede ayudarnos a tomar esas decisiones.
10. Conformismo: Tenemos miedo de ser diferentes. Tendemos a
tomar nuestras señales sobre cómo vivir de lo que hacen los demás. Tememos que
la gente pueda pensar en nosotros como soñadores salvajes o fracasados, por lo
que somos propensos a retener lo que más nos emociona en la vida. Una práctica
diaria de atención plena puede ayudarnos a ser
más conscientes de nuestras tendencias conformistas y nuestro anhelo de vivir
auténticamente. Puede renovar continuamente nuestra conexión con el yo superior,
lo que nos reconecta mejor con el mundo también.
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Kevin Anderson, Ph. D. es psicólogo, autor y orador que vive
en el área de Toledo, Ohio. Su último libro es…Now is Where God Lives: Nested
Meditations to Delight the Mind and Awaken the Soul
https://www.thewingedlife.com/single-post/2019/04/07/ten-sources-of-our-inner-dis-ease
Gracias querida Tahita.Abrazos infinitos
ResponderBorrarMuy buena reflexión, gracias Tahita, cariños
ResponderBorrarExcelentes herramientas!!!
ResponderBorrarGRACIASSS Querida Tahita!!!!!
Infinitas Bendiciones a todos!!!
A ustedes por su amorosa Presencia♥♥♥
ResponderBorrarGraciass
ResponderBorrarMuchas gracias Tahita
ResponderBorrarMuchas gracias...!!!
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