Cuando yo inspiro, he de aprender a ser consciente de esa
inspiración. Esa inspiración me conduce hacia dentro, pero llega un momento en
que esa inspiración se detiene, se acaba.
Yo he de procurar seguir ese movimiento yendo hacia dentro,
y un poco más adentro de ahí donde termina la inspiración. Por unos instantes
estaré en una zona de vacío; luego surge la espiración. Yo he de estar atento y
tratar de adivinar ese instante que antecede al movimiento de espiración.
Es decir, que he de utilizar ese movimiento natural
de inspiración y de espiración como soporte para que mi atención, mi
conciencia, se profundicen, y lo hagan hasta un punto, hasta una zona
más allá del fenómeno, más allá del movimiento, más allá de lo que yo soy
normalmente consciente.
Cuando he practicado esto, cuando sé lo que es conducir la
conciencia un poco más adentro de donde termina la inspiración, cuando he
conseguido captar el instante de donde procede el impulso de espiración,
entonces puedo tratar de centrarme en ese momento, lugar y sensación del punto
donde inciden la inspiración y la espiración, del punto donde sale este impulso
a inspirar o a espirar. Porque ese punto es un punto, no una dimensión. Es
decir, el punto que, en un sentido fisiológico, coincidiría con una zona
determinada de nuestro sistema nervioso, y que, cuando se sigue mentalmente,
conduce a un punto más allá de nuestras variaciones de conciencia, más allá de
nuestro fenómeno de percepción. Nos conduce hacia un punto innominado,
hacia un punto vacío, un punto que es un ventanal abierto.
Se trata aquí de un ejercicio sencillo, que en un momento
dado querremos hacerlo y no podremos, pero que, sin embargo, en otros momentos
saldrá muy bien.
Hemos de ejercitar lo mismo en ese otro momento que es
nuestra vida cotidiana, cuando yo estoy hablando con alguien, cuando estoy en
diálogo con alguien.
Cuando yo me expreso de un modo completo, completo en
profundidad, en sinceridad, en conciencia de mí, cuando vivo una situación de
expresión de un modo completo, el instante que sigue después de la expresión es
un instante de vacío, de silencio; ahí es donde yo he de aprender a
estar atento.
El instante en que se produce en mí una percepción y
comprensión plena, y al decir plena quiero decir plenamente aceptada, es
también aquel momento en que se produce en mí el silencio espontáneamente.
También cuando, de repente veo un paisaje grandioso, se
produce en mí una exclamación y un instante de silencio. Igualmente, cuando he
escuchado una obra musical extraordinaria, si yo estoy realmente centrado, se
producirá en mí un silencio.
….
Antonio Blay
Del libro “Caminos de autorrealización (Yoga
Superior)”
GRACIASSS Querida Tahita por esta Maravillosa práctica!!!!
ResponderBorrarInfinitas Bendiciones!!!!!
Muy cierto graciasss
ResponderBorrarLa respiración, tan simple y sencilla y produce ese silencio que tanto nos ayuda, gracias , hermoso y valioso mensaje
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