Aprende a estar
en silencio. Deja tu mente tranquila , escucha y quédate absorto
PITÁGORAS
Todas las
desdichas del hombre provienen de su incapacidad para sentarse tranquilamente
en una habitación a solas.
PASCAL
Estoy citando a dos escritores para un mismo tema. He
escogido a dos hombres cuyas vidas estaban separadas por casi dos milenios. Los
dos fueron considerados en su tiempo como los más doctos en los racionales
campos de las matemáticas y la ciencia.
Recordando las inclinaciones de estos dos científicos en los
que predomina el hemisferio izquierdo, vamos a leer de nuevo las dos citas.
Pascal: «Todas las desdichas del hombre provienen de su incapacidad
para sentarse tranquilamente en una habitación a solas».
Pitágoras: «Aprende a estar en silencio. Deja tu mente tranquila,
escucha y quédate absorto». Ambos hablan de la importancia del silencio
y del valor que tiene la meditación en nuestra vida, tanto si eres contable
como si eres un avatar. Nos envían un valioso mensaje acerca de una práctica
que no se fomenta mucho en nuestra cultura: la importancia de
dedicar un tiempo a estar a solas y en silencio.
Si deseas despojarte del sufrimiento, aprende a permanecer a
solas y en silencio en una habitación y medita.
Se calcula que una persona normal tiene unos sesenta mil
pensamientos distintos al día. El problema es que hoy tenemos los mismos
pensamientos que ayer y los mismos que mañana. Nuestras mentes están ocupadas
en la misma conversación interior de todos los días.
Aprender a estar en silencio y a meditar implica descubrir
cómo entrar en los espacios que existen entre los pensamientos; en los huecos,
como yo los llamo. En este silencioso espacio vacío entre nuestros
pensamientos, podemos disfrutar de una sensación de paz total que normalmente
nos es desconocida. En él, cualquier pensamiento ilusorio de separación se
aniquila. Sin embargo, si tienes sesenta mil pensamientos distintos al día, no
hay tiempo para entrar en ese hueco entre pensamientos, ¡porque no existe!
En la mayoría de los casos, nuestra mente trabaja a un ritmo
vertiginoso día y noche. Nuestros pensamientos son un maremágnum continuo de
horarios, preocupaciones económicas, fantasías sexuales, listas de la compra,
problemas con las cortinas, inquietud por los hijos, planes de vacaciones y así
sucesivamente, como un carrusel que nunca para. Esos sesenta mil pensamientos
suelen girar en torno a las actividades cotidianas y crean unas pautas mentales
que no dejan lugar para el silencio.
Estas pautas refuerzan nuestra opinión de que los vacíos que
se producen en las conversaciones (silencios) se han de llenar rápidamente.
Para muchos, el silencio supone una situación embarazosa y un defecto social.
Por consiguiente, aprendemos a llenar esos espacios, independientemente de si
el relleno tiene algún sentido.
Los períodos de silencio dentro de un vehículo o en una cena
se perciben como momentos difíciles y la gente de mundo sabe cómo llenarlos con
algún tipo de ruido.
Lo mismo hacemos con nosotros mismos; no estamos
preparados para el silencio, nos resulta pesado y nos causa confusión. Por
lo tanto, mantenemos el diálogo interior igual que el exterior. No obstante, en
ese lugar para el silencio el viejo maestro Pitágoras nos dice que dejemos
que nuestra mente permanezca tranquila y absorta: la confusión
desaparecerá y nos sentiremos iluminados. La meditación afecta también a la
calidad de las actividades que no hacemos en silencio. La práctica diaria de la
meditación es lo único que proporciona a mi vida sensación de bienestar, una
mayor energía y una productividad más consciente, relaciones más satisfactorias
y una relación más estrecha con Dios.
La mente es como un lago. En la superficie ves el movimiento
del agua; sin embargo, la superficie no es más que una parte del lago. Bajo la
superficie, en la quietud de las profundidades, conocerás la verdadera esencia
del lago, como la de tu propia mente. Al atravesar la superficie, llegas a los
espacios que hay entre los pensamientos y puedes entrar en esos huecos. El
hueco es vacuidad total o silencio, y es indivisible.
No importa cuántas veces cortes el silencio por la
mitad: siempre obtendrás silencio. Esto es lo que significa el
«ahora». Quizá sea la esencia de Dios, que no se puede separar de la unidad.
Estos dos científicos pioneros, que todavía se citan en la
actualidad en las universidades, estudiaban la naturaleza del universo. Se
esforzaron por descubrir los misterios de la energía, la presión, las
matemáticas, el espacio, el tiempo y las verdades universales. Su mensaje para
todos nosotros es muy sencillo: si quieres entender el universo o tu propio
universo personal, si deseas saber cómo funciona, quédate en
silencio y enfréntate a tus miedos a solas en una habitación, adéntrate en las
profundidades de tu propia mente.
El espacio entre las notas crea la música. Sin ese vacío,
ese silencio intermedio, no hay música, sólo ruido.
Tú también eres un espacio vacío y silencioso en tu centro,
que está rodeado de forma.
Para atravesar la forma y descubrir la naturaleza creativa
que yace en el centro, has de dedicar un tiempo cada día a estar en silencio, a
entrar en ese espacio extático que hay entre los pensamientos. Por más que yo
escriba sobre el valor de la meditación diaria, tú no podrás apreciar el valor
de esta práctica si no te comprometes a practicarla.
Mi finalidad al escribir este breve ensayo sobre el valor de
la meditación no es explicarte cómo has de meditar. Hay muchos cursos útiles,
manuales y casetes para enseñarte a hacerlo. Mi propósito es poner de relieve
que la meditación no es una práctica exclusiva para aquellas personas con una
inquietud espiritual que desean pasar su vida en profunda contemplación,
descuidando la productividad y las responsabilidades sociales. La meditación es
una práctica defendida por los que confían en la razón, por los que hacen
cálculos matemáticos, por los autores de teoremas y por los que creen en la ley
de Pascal.
Extraído del libro "La Sabiduría de todos los
Tiempos" del Dr.Wayne Dyer
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