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martes, 27 de septiembre de 2022

Meditación- por Wayne Dyer

 



 

Aprende a estar en silencio. Deja tu mente tranquila , escucha y quédate absorto

PITÁGORAS

 

Todas las desdichas del hombre provienen de su incapacidad para sentarse tranquilamente en una habitación a solas.

PASCAL

Estoy citando a dos escritores para un mismo tema. He escogido a dos hombres cuyas vidas estaban separadas por casi dos milenios. Los dos fueron considerados en su tiempo como los más doctos en los racionales campos de las matemáticas y la ciencia.

Recordando las inclinaciones de estos dos científicos en los que predomina el hemisferio izquierdo, vamos a leer de nuevo las dos citas. Pascal: «Todas las desdichas del hombre provienen de su incapacidad para sentarse tranquilamente en una habitación a solas». Pitágoras: «Aprende a estar en silencio. Deja tu mente tranquila, escucha y quédate absorto». Ambos hablan de la importancia del silencio y del valor que tiene la meditación en nuestra vida, tanto si eres contable como si eres un avatar. Nos envían un valioso mensaje acerca de una práctica que no se fomenta mucho en nuestra cultura: la importancia de dedicar un tiempo a estar a solas y en silencio.

Si deseas despojarte del sufrimiento, aprende a permanecer a solas y en silencio en una habitación y medita.

Se calcula que una persona normal tiene unos sesenta mil pensamientos distintos al día. El problema es que hoy tenemos los mismos pensamientos que ayer y los mismos que mañana. Nuestras mentes están ocupadas en la misma conversación interior de todos los días.

Aprender a estar en silencio y a meditar implica descubrir cómo entrar en los espacios que existen entre los pensamientos; en los huecos, como yo los llamo. En este silencioso espacio vacío entre nuestros pensamientos, podemos disfrutar de una sensación de paz total que normalmente nos es desconocida. En él, cualquier pensamiento ilusorio de separación se aniquila. Sin embargo, si tienes sesenta mil pensamientos distintos al día, no hay tiempo para entrar en ese hueco entre pensamientos, ¡porque no existe!

En la mayoría de los casos, nuestra mente trabaja a un ritmo vertiginoso día y noche. Nuestros pensamientos son un maremágnum continuo de horarios, preocupaciones económicas, fantasías sexuales, listas de la compra, problemas con las cortinas, inquietud por los hijos, planes de vacaciones y así sucesivamente, como un carrusel que nunca para. Esos sesenta mil pensamientos suelen girar en torno a las actividades cotidianas y crean unas pautas mentales que no dejan lugar para el silencio.

Estas pautas refuerzan nuestra opinión de que los vacíos que se producen en las conversaciones (silencios) se han de llenar rápidamente. Para muchos, el silencio supone una situación embarazosa y un defecto social. Por consiguiente, aprendemos a llenar esos espacios, independientemente de si el relleno tiene algún sentido.

Los períodos de silencio dentro de un vehículo o en una cena se perciben como momentos difíciles y la gente de mundo sabe cómo llenarlos con algún tipo de ruido.

Lo mismo hacemos con nosotros mismos; no estamos preparados para el silencio, nos resulta pesado y nos causa confusión. Por lo tanto, mantenemos el diálogo interior igual que el exterior. No obstante, en ese lugar para el silencio el viejo maestro Pitágoras nos dice que dejemos que nuestra mente permanezca tranquila y absorta: la confusión desaparecerá y nos sentiremos iluminados. La meditación afecta también a la calidad de las actividades que no hacemos en silencio. La práctica diaria de la meditación es lo único que proporciona a mi vida sensación de bienestar, una mayor energía y una productividad más consciente, relaciones más satisfactorias y una relación más estrecha con Dios.

La mente es como un lago. En la superficie ves el movimiento del agua; sin embargo, la superficie no es más que una parte del lago. Bajo la superficie, en la quietud de las profundidades, conocerás la verdadera esencia del lago, como la de tu propia mente. Al atravesar la superficie, llegas a los espacios que hay entre los pensamientos y puedes entrar en esos huecos. El hueco es vacuidad total o silencio, y es indivisible.

No importa cuántas veces cortes el silencio por la mitad: siempre obtendrás silencio. Esto es lo que significa el «ahora». Quizá sea la esencia de Dios, que no se puede separar de la unidad.

Estos dos científicos pioneros, que todavía se citan en la actualidad en las universidades, estudiaban la naturaleza del universo. Se esforzaron por descubrir los misterios de la energía, la presión, las matemáticas, el espacio, el tiempo y las verdades universales. Su mensaje para todos nosotros es muy sencillo: si quieres entender el universo o tu propio universo personal, si deseas saber cómo funciona, quédate en silencio y enfréntate a tus miedos a solas en una habitación, adéntrate en las profundidades de tu propia mente.

El espacio entre las notas crea la música. Sin ese vacío, ese silencio intermedio, no hay música, sólo ruido.

Tú también eres un espacio vacío y silencioso en tu centro, que está rodeado de forma.

Para atravesar la forma y descubrir la naturaleza creativa que yace en el centro, has de dedicar un tiempo cada día a estar en silencio, a entrar en ese espacio extático que hay entre los pensamientos. Por más que yo escriba sobre el valor de la meditación diaria, tú no podrás apreciar el valor de esta práctica si no te comprometes a practicarla.

Mi finalidad al escribir este breve ensayo sobre el valor de la meditación no es explicarte cómo has de meditar. Hay muchos cursos útiles, manuales y casetes para enseñarte a hacerlo. Mi propósito es poner de relieve que la meditación no es una práctica exclusiva para aquellas personas con una inquietud espiritual que desean pasar su vida en profunda contemplación, descuidando la productividad y las responsabilidades sociales. La meditación es una práctica defendida por los que confían en la razón, por los que hacen cálculos matemáticos, por los autores de teoremas y por los que creen en la ley de Pascal.

 

Extraído del libro "La Sabiduría de todos los Tiempos" del Dr.Wayne Dyer

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