MATERIAL TRADUCIDO DEL INGLÉS DESDE LA WEB INERSELF.COM POR TAHÍTA
Nuestras relaciones con padres, hijos, hermanos y cónyuges pueden ser muy complejos rompecabezas de amor y frustración - no podemos vivir con ellos y tampoco vivir sin ellos. A menudo tenemos patrones de larga data y apenas conscientes de sentimientos dolorosos originados en incidentes repetitivos relacionados con nuestro sentido de valor y el poder, que comenzaron cuando éramos bebés. Los familiares pueden desencadenar estos patrones o sensaciones dolorosas en el presente.
Por ejemplo, tal vez cuando eras niño tu hermano mayor te golpeaba y con frecuencia te llamaba "estúpido." Lo hacía porque tenía seis años, nadie estaba mirando, y alguien en la escuela le hacía esto a él. Tú tenías cuatro años, y nadie vino en tu ayuda en esos momentos, por lo que te has creado algunas creencias acerca de tu hermano, de ti mismo, y tu relación, que aún te impulsan a obrar con vergüenza, a veces, en el presente.
Él es bueno ahora, los dos están cercanos a los 40 años, y aunque tienes un doctorado, te sueles sentir nervioso y estúpido en su presencia. Eso es porque hay una parte de la vieja energía creada en la infancia dentro de la relación, que es como una piedra en el zapato, manteniendo cierta tensión allí y haciendo la relación menos gratificante de lo que podría ser.
Navegando con Éxito la dinámica Familiar y Sanando las relaciones Familiares
La mayoría de las personas han logrado navegar en este tipo de dinámica familiar con éxito. Pero en muchas relaciones familiares, el incidente doloroso o lo que es más grave, una serie de incidentes, crea un dolor de por vida en el corazón, o un patrón de reactividad que mantiene viva la tensión en el sistema familiar.
El perdón es lo que te da el poder de ser tú mismo con los miembros de tu familia en el presente. Pondrás nuevos límites saludables y tu actitud de amor incondicional será la que suavice las asperezas, ayudándote a que disfrutes a tu familia.
Es un fenómeno muy interesante que en cuanto una persona hace el trabajo de perdón en un sistema familiar, hay un efecto dominó que comienza a cambiar la dinámica entre todos los miembros de la familia.
Cuando el perdón es imperativo
En el caso de una lesión más grave, traición, abandono o interrupción de la relación entre miembros de la familia, la necesidad de amor incondicional y perdón es aún más imperativa. Estas rupturas emocionales pueden mantenerte sintiéndote enfermo y destrozado por dentro y puede consumir tu energía hasta el punto de la obsesión.
El resentimiento le hace daño a tu propio personaje. Tienes que perdonar a tu familia para restablecer tu autorespeto de nuevo. Son cuestiones de distinto grado si se trata de permanecer casado con tu cónyuge, o permitir que un tío asista a tu fiesta de Navidad, o demandar a un pariente que te está estafando.
Puede que tengas que tomar medidas para ponerte fuera del alcance de una persona tóxica. Perdona a la persona por completo, y luego toma una decisión con respecto a los límites saludables y acciones correctas, manteniéndote firme en la decisión que sea, mas siempre perdonando primero. El perdón es una experiencia de limpieza que haces por ti mismo, y uno de sus muchos regalos es obtener más claridad mental.
La limpieza de la Irritación Acumulada y la Curación de una relación familiar
Dramas dolorosos a un lado, las personas de nuestra familia son nuestros para toda la vida, para vivir, aprender de ellos, y para disfrutarlos lo mejor que podamos. Obtendremos mucho más que disfrute si conscientemente tratamos de ver lo bueno en las personas y tomamos la responsabilidad de limpiar la acumulación de irritación que portamos dentro de nosotros por una serie de expectativas frustradas.
Estoy muy agradecida de que me las arreglé para perdonar y sanar mi relación con mi padre, que era la relación más dolorosa que he tenido con alguien. Él fue alcohólico hasta que tuve unos catorce años. Yo era la hija mayor, y en algunos aspectos me tocó la peor parte de su enfermedad. Mis hermanos menores no lo vivieron.
Durante veinticinco años, yo odié a mi padre, y mi malestar con él me hizo mantenerme lejos de mi familia durante mucho tiempo. Mis arraigados sentimientos negativos hacia él me desvincularon de mis hermanos también. Ninguno de ellos compartía mi historia con él, y no podían entender mi negatividad hacia el dulce, positivo hombre que todo el mundo conocía y admiraba en la actualidad. Cuando iba a casa de visita, la tensión entre mi padre y yo era tan densa que se podía cortar con un cuchillo. "¿Por qué nos odia Mary?" Mi hermana más joven preguntó una vez, después de que fui.
Mi padre suspiró y dijo mirando a su plato de carne y papas, "Ella no te odia, amor; es a mí a quien odia”.
Fueron necesarios cinco años para sanar completamente mi relación con mi Padre
Pasaron varios ciclos de trabajo de perdón, que se extendieron por un período de unos cinco años, para sanar completamente esta relación rota. Mis heridas iban desde una intensa rabia por haber sido maltratada sentimentalmente en mi tierna edad, hasta la desoladora sensación de que mi padre no me amaba ni respetaba. Hice todo este trabajo de forma unilateral, ya que mi padre había dejado en claro que él era incapaz de hablar de problemas emocionales directamente. Así que tuve que perdonarlo por eso también.
Cada ciclo de perdón que completé trajo nuevas fuerzas y desapego de mí y mi historia. A medida que perdoné, un flujo de calma y un claro amor incondicional comenzó a crecer entre mi padre y yo. Como a paso de bebé, torpemente buscamos las formas de conectar uno con el otro con sincera y buena voluntad durante los últimos cinco años de su vida.
Encontramos nuestra paz en momentos simples compartidos: ver un partido de baloncesto en la televisión o tomar un paseo otoñal por el barrio. Nuestras conversaciones y nuestros silencios fueron cada vez más naturales. Se las arregló para mostrarme de forma tímida, indirecta, que me amaba y respetaba. En el momento de su muerte, nuestra relación estaba realmente resuelta, lo que lo hizo todo más suave y fácil.
Este artículo fue extraído con permiso del libro: Inconditional Forgiveness (Perdón Incondicional) de Mary Hayes Grieco.
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