A finales del siglo XIX, los teosofistas, bajo el liderazgo de Madame Helena Blavatsky, redescubrieron para Occidente las antiguas verdades orientales. Tenían clara la verdad de la ontología perenne: que la conciencia es la base de toda la existencia. Reconocieron también dos principios cosmológicos. Uno es el principio de repetición para la totalidad del cosmos, la idea de que el universo se expande a partir de un Big Bang sólo para replegarse en una gran crisis para después volver a expandirse, rebotando de un lado a otro de forma cíclica ( un modelo oscilatorio del cosmos, en terminología moderna). El segundo principio era la idea de la reencarnación, la idea de que antes de esta vida hubo otra y de que habrá vida después de la muerte; ya estuvimos antes aquí y renaceremos muchas veces más.
La reencarnación es un concepto algo absurdo para la mente moderna. Bajo la presión implacable de la ciencia materialista, nos identificamos casi totalmente con el cuerpo físico, de modo que la idea de que parte de nosotros sobrevive a la muerte del cuerpo físico resulta difícil de digerir. Más difícil es incluso imaginarse el renacimiento de esa parte en un nuevo cuerpo físico. La imagen de un alma separándose del cuerpo muerto y entrando en un feto que esté por nacer parece especialmente fastidiosa, pues da por sentado la existencia de un alma diferenciada del cuerpo. ¡Con todo lo que hemos sufrido para intentar erradicar el dualismo de nuestra visión del mundo!
Pero nuestro monismo no tiene que ser necesariamente un monismo basado en la materia. Si la base de la existencia fuese la conciencia en lugar de la materia, la primera dificultad (aceptar que una parte de nosotros sobrevive a la muerte) quedaría considerablemente mitigada; la conciencia, y nada más, sobrevive a la muerte del cuerpo físico.
Y después,cuando comprendemos que la nueva ciencia necesita incluir los cuerpos mental, vital e intelectual para capturar el significado de lo que sucede en el nivel material de la realidad, y que el cuerpo físico es algo parecido a un ordenador (cuántico), en el que las funciones vital y mental están programadas en un software fácilmente utilizable, resulta fácil aceptar el concepto de alma. No, esto no implica dualismo. Ninguno de nuestros cuerpos (físico, vital, mental o intelectual) es una sustancia sólida de la cosecha clásica newtoniana; son, más bien, posibilidades cuánticas en la conciencia. La conciencia colapsa simultáneamente posibilidades paralelas de estos mundos para crear su experiencia momento a momento.
De los cuatro cuerpos, sólo el cuerpo físico está estructural y materialmente localizado; se le conoce como cuerpo denso por ese motivo. Los cuerpos vital y mental son enteramente funcionales, creados por el condicionamiento. En el proceso de creación de mapas en el cuerpo físico, desarrollamos propensiones hacia determinadas confluencias de funciones vitales y mentales. Estos modelos de costumbres constituyen la memoria cuántica: el condicionamiento de las probabilidades cuánticas asociadas con las funciones de onda cuánticas de estos cuerpos. Se trata de una buena descripción científica de la parte de nosotros que sobreviviría a la muerte: el cuerpo sutil (el conglomerado formado por los cuerpos vital, mental e intelectual), en el que el recuerdo de propensiones pasadas (lo que los hindúes denominan karma) viaja a través de la matemática cuántica modificada de los cuerpos vital y mental. Este conglomerado recibe el nombre de mónada cuántica. (Junto con los cuerpos sutil y denso, existe un tercero, el cuerpo causal, formado por el cuerpo de la dicha, que por supuesto sobrevive a la muerte porque es la base de la existencia. ¿Adónde iría si no?)
La reencarnación se eleva ahora a la categoría de fenómeno merecedor de investigación científica; y la mejor prueba científica de la existencia de un cuerpo sutil con sus componentes vital y mental sería la evidencia de su supervivencia y reencarnación. Este es el principal propósito de este análisis.
La mónada cuántica superviviente, según nuestro modelo, retiene la memoria cuántica de modelos de costumbres y propensiones de vidas pasadas. Y existen muchos datos que sustentan la idea de que las propensiones sobreviven y se reencarnan. Sin embargo, todas las tramas que acumulamos a lo largo de la vida, toda nuestra historia personal, acostumbran en general a morir junto con nuestro cuerpo físico, con el cerebro; las mónadas cuánticas no acarrean estas historias. Incluso así, hay datos que demuestran que algunas personas, sobre todo niños, son capaces de recordar tramas de vidas pasadas, y a menudo con un nivel de detalle asombroso. ¿Cuál es la explicación de esta memoria en la reencarnación? La no localidad cuántica a través del tiempo y el espacio sería la responsable de ello.
Creo que todas las reencarnaciones de una determinada mónada cuántica se conectan de manera no local a través del tiempo y el espacio, y se correlacionan en virtud de la intención consciente. Poco antes del momento de la muerte, cuando entramos en el estado que los budistas tibetanos conocen como el bardo (transición), nuestras identidades ego se relajan considerablemente: cuando caemos en el yo cuántico, entramos en contacto con una ventana no local de recuerdos pasados, presentes y futuros. Cuando morimos, compartiríamos una relación no local con nuestra próxima encarnación aún por nacer, de modo que las historias que recordamos se convertirían en parte de sus historias, uniéndose a sus recuerdos de infancia. Estos recuerdos podrían recordarse posteriormente bajo hipnosis.Y en algunos casos, los niños podrían recordar espontáneamente estas historias de vidas pasadas.
¿Cómo sabe la mónada cuántica dónde renacer? Si las distintas encarnaciones físicas están correlacionadas a través de la no localidad cuántica y la intención consciente, sería nuestra intención (en el momento de la muerte, por ejemplo) la que transportaría nuestra mónada cuántica de un cuerpo encarnado a otro. Existe una palabra sánscrita, sutratman (que significa literalmente, el hilo del atman) que describe a la perfección este aspecto de la mónada cuántica. El hilo es no localidad cuántica e intención consciente.
A menudo me preguntan: suponiendo que el alma existe, ¿Por qué hay en el mundo hoy en día más personas que antiguamente? ¿Acaso no viola este hecho la conservación del número de almas? Este asunto sería un argumento serio contra las afirmaciones dualistas de almas individuales y eternas que encontramos en la filosofía india Sankhya y que están también implícitas en los supuestos del cristianismo popular. Sin embargo, en el modelo no dual de conciencia que yo he adoptado, este problema no existe. La individualidad del alma, la mónada cuántica, es un epifenómeno de materia; es ilusoria. No existe ninguna necesidad de considerar el número de almas individuales como una constante en un momento determinado.
Evidencia de supervivencia y reencarnación
Existen tres tipos de evidencias a favor de la teoría de la supervivencia y la reencarnación del cuerpo sutil:
- Experiencias relacionadas con el estado alterado de conciencia en el momento de la muerte. Dentro de esta categoría encontramos las visiones en el lecho de muerte, las experiencias cercanas a la muerte y las experiencias de revisión de la vida. Estos datos apoyan la idea de una ventana de no localidad cuántica que conecta la muerte y el renacimiento de la mónada cuántica.
- Datos de reencarnación. En ellos se incluyen recuerdos de vidas pasadas, detalles de las cuales han sido verificados y han superado el escrutinio científico; recuerdo de vidas pasadas a través de hipnosis, LSD, respiración holotrópica y otras técnicas; lecturas de vidas pasadas de otros realizadas por un médium, como Edgar Cayce; y personas con talentos fuera de lo común o psicopatologías imposibles de explicar solamente como experiencias condicionadas de esta vida. Estos datos apoyan la idea de una conexión no local entre encarnaciones, así como la propagación de la memoria cuántica de las propensiones a través de la mónada cuántica.
- Datos sobre seres incorpóreos. En esta categoría entran no sólo el trabajo del médium y la canalización, sino también el fenómeno de los ángeles. Estos datos apoyan directamente la idea de la supervivencia de la mónada cuántica entre encarnaciones.
Visiones en el lecho de muerte y experiencias cercanas a la muerte
Un tipo de evidencias son las que se producen en el umbral de la muerte, durante la experiencia de la muerte. Las experiencias de visiones comunicadas psíquicamente a familiares y amigos por personas moribundas están documentadas desde 1889, cuando Henry Sidgwick y sus colaboradores iniciaron un trabajo de cinco años de duración, bajo los auspicios de la sociedad británica para la investigación de Psychical, en el que elaboraron un «Censo de Alucinaciones». Sidgwick descubrió que un número importante de las alucinaciones documentadas tenían que ver con personas que estaban muriendo a una distancia considerable del sujeto de la alucinación y que se producían dentro de las doce horas posteriores a la muerte. Hay datos recientes más sugerentes si cabe. En el estudio rea lizado por los psicólogos Osis y Haraldsson, el sujeto no experimenta las alucinaciones de una persona moribunda que está sufriendo, sino que la comunicación representa más bien una experiencia de percepción extrasensorial con una persona sana (Osis y Haraldsson, 1977).Pero si una persona moribunda puede comunicar la paz y la armonía de una persona sana, ¿no será que está experimentando un estado de conciencia alterado que trasciende el dolor y el sufrimiento de la muerte?
Más conocidas, naturalmente, son las experiencias cercanas a la muerte, en las que el individuo sobrevive y recuerda la experiencia. En las experiencias cercanas a la muerte encontramos la confirmación de algunas de las creencias religiosas de muchas culturas; quien la experimenta describe a menudo un viaje a través de un túnel hacia otro mundo, con frecuencia guiado por una figura espiritual conocida en su tradición religiosa o por un familiar fallecido (Moody, 1976; Ring, 1980; Sabor, 1982).
Tanto en las visiones en el lecho de muerte como en las experiencias cercanas a la muerte, el individuo parece trascender la situación de moribundo que, al fin y al cabo, suele ser dolorosa y confusa (Nuland, 1993). El individuo parece experimentar un campo de conciencia «dichoso», distinto del campo físico de la experiencia ordinaria. Existen evidencias de que incluso los enfermos de Alzheimer recuperan su lucidez cuando se acerca la muerte (Kenneth Ring, comunicación privada).
En mi opinión, tanto las visiones en el lecho de muerte como en las experiencias cercanas a la muerte corroboran la imagen teórica propuesta en la anterior sección. La dicha o la paz comunicada telepáticamente en las visiones en el lecho de muerte sugieren que la experiencia de la muerte es un encuentro profundo con la conciencia no local y sus diversos arquetipos. En la comunicación telepática de una experiencia alucinatoria, la identificación con el cuerpo moribundo y sufriente sigue siendo fuerte. Pero la liberación posterior de esa identificación permite una comunicación no adulterada de la dicha de la conciencia del yo cuántico, que está más allá de la identidad del ego.
Las experiencias cercanas a la muerte son encuentros con la conciencia no local y sus arquetipos confirmados por datos directos. Una nueva dimensión de la investigación sobre las experiencias cercanas a la muerte muestra que una experiencia de este tipo puede llevar a una transformación profunda en la forma de vida del superviviente a la misma (Ring, 1992). Por ejemplo, muchas de esas personas dejan de sentir ese miedo a la muerte que obsesiona a gran parte de la humanidad. Exhiben a menudo una tendencia marcada hacia el amor y el desinterés, lo que sugiere que los conocimientos adquiridos a través del encuentro con el yo cuántico provocan una transformación creativa.
¿Cuál es la explicación a esa imaginería concreta que describen los individuos que han pasado por una experiencia cercana a la muerte? Las imágenes vistas (figuras espirituales, familiares cercanos como padres o hermanos) son claramente arquetípicas. Si comparáramos las experiencias de estos individuos con los sueños podríamos aprender mucho, pues el estado que experimentan es similar al estado del sueño: la identificación con el cuerpo disminuye y el ego deja de estar ocupado controlando y monitorizando la situación.
En lo que los psicólogos de la escuela de Jung denominan un sueño «grande», experimentamos imágenes arquetípicas. Coincidiendo con las más recientes ideas neurofisiológicas, soy de la opinión de que construimos estas imágenes ( tanto en un sueño «grande» como en una experiencia cercana a la muerte) a partir del Rorschach de señales aleatorias electromagnéticas que están siempre presentes en el cerebro. Utilizamos estas señales para trazar el mapa mental de la imaginación que está detrás del sueño. Pero este ruido cerebral es de naturaleza cuántica (no es determinista, como los neuropsicólogos asumen) y la conciencia colapsa modelos adecuados en cuanto los reconoce. La clave para comprender las experiencias cercanas a la muerte es la disminución, o la liberación incluso, de la identidad del ego. Esto permite al individuo recordar imágenes arquetípicas que tenía olvidadas.
Recientemente se ha producido un importante debate en torno a si la experiencia de luz que acompaña una expe riencia cercana a la muerte es simplemente un fenómeno fisiológico. Bajo mi punto de vista lo es. Pero lo que los materialistas pasan por alto es que los individuos próxi mos a morir se hacen con todo lo que está disponible fisio lógicamente en el cerebro y elaboran un nuevo significado con su ayuda, algo similar a lo que sucede en una experiencia creativa. Es decir, la conciencia, y no el cerebro, ordena los sucesos neurológicos para obtener una experiencia única.
Muchos individuos próximos a la muerte dicen que por sus ojos pasa toda su vida entera, o partes importantes de la misma. Esto encaja también con nuestro modelo. Cuando la persona moribunda tiene una experiencia en la que repasa toda su vida, el niño por nacer que será su reencarnación lo comparte con ella, y la experiencia se convierte en parte de la memoria infantil de reencarnación de la próxima encarnación.
Finalmente, muchos individuos que han pasado experien cias cercanas a la muerte comentan que han salido fuera de su cuerpo físico (experiencia extracorpórea) y se han identificado literalmente con un cuerpo incorpóreo. No es más que una verificación directa de la existencia de una mónada cuántica más allá del cuerpo físico.
Datos sobre la reencarnación
Las pruebas de la existencia de una memoria de la reencar nación las aportan principalmente los relatos de niños que recuerdan su vida pasada con detalles verificables. El psiquia tra Ian Stevenson ha reunido una base de datos que incluye cerca de dos mil recuerdos de reencarnación verificados. En algunos casos, llevó incluso a los niños a los lugares que recordaban de vidas pasadas para comprobar sus relatos. Pese a no haber estado nunca en esos lugares, los niños reconocieron los detalles y fueron capaces de identificar las casas en las que habían vivido. A veces reconocían incluso a miembros de su anterior familia. En un caso, el niño recordó dónde se había escondido una determinada cantidad de dinero y se encontró, efectivamente. Los detalles sobre este trabajo se encuentran en los libros y artículos de Stevenson (Stevenson, 1974, 1977, 1987). Uno de los colaboradores de Stevenson, Satwant Pasricha, ha recopilado también una cantidad considerable de datos (Pasricha, 1990).
Una forma de verificar nuestro modelo actual (que la memoria de la reencarnación tiene lugar a muy temprana edad a través de una comunicación no local con el yo moribundo de la anterior vida) es ver si los adultos son capaces de recordar experiencias de vidas pasadas cuando realizan una regresión a la infancia.
Criado en India, era para mí habitual oír de niños y niñas que recordaban las experiencias de sus vidas pasadas. Allí, padres y hermanos comprenden este fenómeno. Lo mismo sucede en Tibet. «Es normal que los niños que son reencarnaciones recuerden objetos y personas de sus vidas anteriores», dice el Dalai Lama. «Algunos recitan incluso los libros sagrados, pese a no haberlos estudiado todavía». Pero en las culturas occidentales, el recuerdo de la memoria de la reencarnación se considera extraño y por este motivo, los niños que lo experimentan aprenden rápidamente a reprimirlo.Los recuerdos reprimidos,no obstante, pueden recuperarse con hipnosis. Pese a que las regresiones hipnóticas tienen mala reputación por la cantidad de individuos que recuerdan haber sido Cleopatra o Napoleón en sus vidas pasadas, existen también buenos datos de recuerdos hipnóticos de vidas pasadas (Wamback, 1979). De hecho, el psiquiatra Stan Grof ha despertado el recuerdo de vidas pasadas en muchos individuos adultos utilizando diversas técnicas: terapia primal, renacimiento, LSD y respiración holotrópica (Grof, 1992).
Existen también datos de trasmigración de propensiones especiales y fobias; en nuestro modelo, podemos explicar estos datos como tendencias transportadas a través de lamónada cuántica desde una encarnación a la siguiente. ¿Qué es lo que da lugar a las fobias, al querer evitar determinadas respuestas o,en términos de nuestro modelo, a negarse, por culpa de un trauma, a colapsar determinadas posibilidades cuánticas para hacerlas realidad? Stevenson ha correlacionado ciertas fobias con recuerdos de vidas pasadas. En la teoría psicoanalítica, las fobias están conectadas con experiencias traumáticas de la infancia. Pero existen casos de fobias en las que no aparece ningún trauma infantil relevante. De modo similar, la confusión de género (como el travestismo) tampoco tiene una explicación genética o ambiental. Hay casos de condicionamiento que fluyen de una vida pasada hasta la actual. En este caso, la regresión a la vida pasada tendría beneficios terapéuticos. De hecho, existen pruebas de que la memoria de la reencarnación a través de la hipnosis resulta terapéuticamente útil (Netherton, 1978; Goldberg, 1982; Lucas,1993).
Stevenson ha correlacionado también talentos especiales con la memoria de la reencarnación. ¿Cómo se explica que Mozart fuera capaz de tocar el piano tan bien a los tres años de edad, o Ramanujan capaz de sumar una serie matemática infinita sin haber recibido una formación matemática excepcional? Las respuestas habituales que argumentan un condicionamiento genético o ambiental parecen inadecuadas. Los genes son instrucciones para fabricar proteínas; no existen genes específicos para el talento que las personas podamos heredar.Y el condicionamiento ambiental tendría que verificarse en cada caso de niño prodigio. De hecho, existen bastantes casos, como el de Ramanujan, en el que hay una clara ausencia de un condicionamiento ambiental que explique el talento especial. Lo que sugiere con fuerza que el talento se debe a condicionamientos de la vida pasada.
Es posible transmitir incluso el condicionamiento del cuerpo vital. Consideremos el siguiente caso investigado por Stevenson: un hombre nacido en el este de India, recordaba con claridad que en su anterior vida había sido un oficial británico que sirvió en el ejército durante la Primera Guerra Mundial y que había muerto en batalla como consecuencia de un disparo de bala en la garganta. El hombre le proporcionó a Stevenson numerosos detalles (verificados posteriormente) sobre la ciudad natal escocesa de su anterior encarnación, detalles inaccesibles para él en su actual vida. Y lo que es más interesante, Stevenson descubrió que el hombre tenía un par de marcas de nacimiento en el cuello que recordaban exactamente las heridas de bala que describía en su anterior vida.
Esto sugiere que a través de la mónada cuántica, se transmitió ese recuerdo del cuerpo vital de una encarnación a la siguiente.
«Me descubro pensando cada vez más en el concepto de un "cuerpo no físico" intermedio que actúa a modo de transportador de estos atributos de una vida a la otra», dice Stevenson.Y coincido con él. El cuerpo sutil en forma de mónada cuántica es el transportador de los atributos de una vida a la otra.
Datos sobre entidades incorpóreas
Hemos estado hablando de datos relacionados con experiencias de gente en la realidad manifiesta. Pero existen otros datos, muy controvertidos, de supervivencia después de la muerte en los que una persona viva (normalmente un médium en estado de trance) afirma comunicar y hablar con una persona que lleva un tiempo fallecida y que aparentemente habita en un terreno más allá del tiempo y el espacio. Esto sugiere no sólo la supervivencia de la conciencia después de la muerte, sino también la existencia de una mónada cuántica sin un cuerpo físico.
¿Cómo comunica un médium con una mónada cuántica incorpórea? La conciencia no puede colapsar ondas e posibilidad en una mónada cuántica aislada (véase el Capítulo 7), pero el colapso puede producirse si la mónada cuántica incorpórea se correlaciona con un ser vivo físico (el médium). Los canalizadores son aquellas personas que poseen un talento particular y están abiertas para actuar con esa capacidad. A través de la pureza de su intención, pueden establecer una correlación no local con una mónada cuántica incorpórea con la que nunca anteriormente tuvieron una relación. Se sabe que mientras está en el proceso de canalización, el comportamiento del canalizador, su forma de hablar e incluso, su manera de pensar, sufren cambios asombrosos. Esto se debe a que el cuerpo sutil del médium se ve temporalmente sustituido por la mónada cuántica incorpórea y el médium adopta su modelo de costumbres.
He sido testigo directo de la experiencia de la canalizadora JZ Knight, que canaliza a un maestro espiritual llamado Ramtha. Cuando canaliza a Ramtha, Knight se transforma en un maestro espiritual masculino y autoritario y adopta modales masculinos. En su estado natural, Knight no es una persona dominante en su conversación y tampoco posee una extensa experiencia espiritual. El filósofo Robert Almeder realizó la misma observación con la médium Willett. Mientras canaliza ba, la señora Willett exhibía una sabiduría filosófica que no era suya, demostrando con ello que su propensión a la argumentación filosófica era «prestada». Esta propensión procedía de mónadas cuánticas incorpóreas que conservaron las propensiones de sus vidas pasadas (Almeder, 1992).
En la actualidad disponemos de evidencias basadas en datos de ondas cerebrales que nos llevan a afirmar que cuando el médium canaliza, entra en un estado de conciencia alterado. Los parapsicólogos Gilda Moura y Norman Don estuvieron trabajando en Brasil con una entidad canalizada, supuestamente un cirujano alemán llamado doctor Frisk. Descubrieron que mientras se produce la posesión (durante la cual el canalizador es capaz de realizar intervenciones quirúrgicas complejas), la frecuencia de las ondas cerebrales del canalizador salta a una frecuencia beta extraordinariamente elevada, por encima de los cuarenta hercios (Maura y Don, 1996). De un modo similar, el comportamiento de JZ Knight mientras canaliza ha sido sometido a prueba a través de ocho indicadores psicofisiológicos distintos, y los resultados obtenidos son notablemente distintos a su rango normal de respuestas fisiológicas (Wickramsekhara y otros, 1997).
El fenómeno de la escritura automática se explica también en términos de canalización. Las ideas creativas y las verdades espirituales están al alcance de todo el mundo, pero acceder a ellas requiere una mente preparada. ¿Cómo fue capaz el profeta Mahoma de escribir el Corán siendo prácticamente analfabeto? Por decirlo de algún modo, el arcángel Gabriel (una mónada cuántica) le prestó una mente a Mahoma. Además, la experiencia transformó a Mahoma. Un reciente y espectacular caso de escritura automática es Un Curso de milagros, canalizado a través de una pareja de psicólogos, uno de los cuales ni siquiera comprendía muy bien lo que significaba ser canalizado.
Ángeles y bodhisattvas
En todas las culturas existen conceptos de seres qu se corresponden con lo que el cristianismo ha denominado ángeles. Los devas son los ángeles del hinduismo. Con frecuencia, los ángeles o devas pertenecen al reino arquetípico trascendente del cuerp intelectual, al que Platón denominó el reino de las ideas. Son los ángeles informes. Son los contextos a los que damos forma en nuestros actos creativos. Pero en la literatura, e incluso en época moderna, existen también ángeles experimentados por la gente como ayudantes (como Gabriel, que ayudó a Mahoma). Si lo consideramos en términos de nuestro modelo, un ángel de este tipo podría ser una mónada cuántica incorpórea cuya implicación en el ciclo de nacimiento y renacimiento ha terminado.
La escuela mahayana del budismo habla de bodhisattvas, seres liberados que después de la muerte renacen en forma sambhogakaya (forma- posibilidad, en terminología científica); se trata de una metáfora para indicar que han dejado ya de identificarse con cuerpos físicos. Estas mónadas cuánticas ya no necesitan trasmigrar propensiones y tareas inacabadas de una vida a la otra, pues sus obligaciones kármicas han finalizado. Por lo tanto, sus mónadas cuánticas incorpóreas están a la disposición de todos nosotros, y sus mentes y sus cuerpos vitales sirven a todos aquellos que desean ayuda. El budismo reconoce también bodhisattvas sin formas arquetípicas,como por ejemplo Avalokiteshvara, el arquetipo de la sabiduría.
De modo similar, en el hinduismo existe el concepto de arupadevas y rupadevas. Los arupadevas son contextos informes, puramente arquetípicos. Los rupadevas representan las mónadas cuánticas incorpóreas de personas liberadas.
El juego servicial y alegre de ángeles ayudantes, rupadevas y bodhisattvas llega a nosotros no sólo a través de casos espectaculares de escritura automática, como el Corán y Curso de milagros, sino también como inspiración y guía en nuestros momentos más difíciles. La intención de ayudarnos de bodhisattvas y ángeles es omnipresente. Cuando nuestra intención coincide con suya,nos correlacionamos con ellos; entonces ellos actúan a través de nosotros y viven a través de nosotros.
Cuando el sabio Ramana Maharshi estaba muriendo, sus discípulos le suplicaban que no se marchase. Al final, Ramana les reprendió: «¿Dónde iré?». De hecho, una mónada cuántica incorpórea como la de Ramana viviría para siempre si fuera necesario, en el reino rupadeva, guiando a quien quiera que desee ser guiado por él. Destaca también el hecho de que el reino rupadeva no es necesariamente distinto del reino físico que conocemos. Los reinos trascendentes están paradójicamente «dentro de todo » y «fuera de todo ».
Tomado del libro “La Ventana del Visionario, Física cuántica para la iluminación Espiritual”, de Amit Goswami
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