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viernes, 1 de marzo de 2019

Los efectos del altruismo que cambian el cerebro - Por Matthieu Ricard

¿Puede la compasión recompensar tu cerebro?

Un día, después de una charla sobre el altruismo, una persona del público se levantó y dijo en tono irritado: “¿Qué esperas al animarnos a cultivar el altruismo? ¡Mira la historia de la humanidad! ¡Siempre es lo mismo! Una sucesión ininterrumpida de guerras y sufrimientos. ¡Esa es la naturaleza humana, no puedes cambiar nada al respecto!

¿Pero es este realmente el caso? Hemos visto que las culturas pueden evolucionar. Por ejemplo, hemos pasado de considerar la tortura como un espectáculo público totalmente aceptable y la guerra como noble y gloriosa, a tolerar cada vez menos la violencia, y cada vez más a considerar la guerra como inmoral y bárbara. ¿Pero puede el individuo cambiar? Y si puede, ¿influye este cambio en la sociedad y en las generaciones sucesivas?

Es cierto que nuestros rasgos de carácter cambian poco, siempre que no hagamos nada para mejorarlos. Pero no están congelados en su lugar. Nuestros rasgos básicos, que resultan de las contribuciones combinadas de nuestro patrimonio genético y el medio ambiente en el que crecimos, constituyen solo la base de nuestra identidad. La investigación científica en el campo de la  neuroplasticidad muestra que cualquier forma de entrenamiento conduce a una reconfiguración en el cerebro, tanto en el nivel funcional como en el estructural.

La sociedad y sus instituciones influyen y condicionan a los individuos, pero los individuos pueden, a su vez, hacer que la sociedad evolucione y cambie sus instituciones. A medida que esta interacción continúa a lo largo de generaciones, la cultura y los individuos se moldean mutuamente.

 
 

Si queremos fomentar el desarrollo de una sociedad más altruista, es importante evaluar las capacidades respectivas de cambio tanto de los individuos como de la sociedad. Los descubrimientos científicos de las últimas décadas muestran que nuestra herencia genética, tan influyente como es, representa solo un punto de partida que nos predispone a mostrar ciertas disposiciones. Este potencial, y este es un punto crucial, puede luego expresarse de múltiples maneras bajo la influencia de nuestro entorno y por lo que adquirimos a través de los esfuerzos que hacemos para entrenar nuestras mentes o habilidades físicas. Por lo tanto, es más apropiado comparar nuestra herencia genética con un dibujo arquitectónico que podría modificarse a medida que avanza la construcción, o bien con un tema musical sobre el cual improvisa un intérprete.

Cómo evolucionan el cerebro y el cuerpo

La plasticidad del cerebro desempeña un papel importante en nuestra capacidad de transformación individual. Durante mucho tiempo, un dogma casi universalmente aceptado en el campo de la neurociencia afirmó que una vez formado y estructurado, el cerebro adulto no produce más neuronas y cambia solo a través del declive con la edad.

Hoy sabemos que esta doctrina estaba completamente equivocada. Uno de los principales descubrimientos de los últimos treinta años se refiere a la neuroplasticidad, un término que toma en cuenta el hecho de que el cerebro cambia constantemente cuando un individuo está expuesto a nuevas situaciones. El cerebro adulto, de hecho, sigue siendo extraordinariamente maleable. Tiene la capacidad de producir nuevas neuronas, reforzar o disminuir la actividad de las neuronas existentes, e incluso atribuir una nueva función a un área del cerebro que generalmente desempeña una función completamente diferente.

Plasticidad cerebral
La plasticidad cerebral juega un papel importante en nuestra capacidad de transformación individual.
 

Hay un segundo mecanismo que permite a los individuos cambiar: la epigenética. Para que un gen, que hemos heredado de nuestros padres, sea activo, debe ser "expresado", es decir, debe ser "transcrito" en forma de una proteína específica que actúa sobre el organismo que lleva este gen. Pero si un gen no se expresa, si permanece "silencioso", es como si estuviera ausente.

Los recientes avances en genética han revelado que el entorno puede modificar considerablemente la expresión de los genes mediante un proceso llamado epigenética. Esta expresión de los genes se puede activar o desactivar bajo la influencia no solo de las condiciones externas, sino también de nuestros estados mentales.

Dos gemelos monocigóticos, por ejemplo, que tienen exactamente los mismos genes, pueden adquirir diferentes características fisiológicas y mentales si se separan y se exponen a condiciones de vida diferentes. En términos científicos, uno diría que son genéticamente idénticos pero fenotípicamente diferentes. De manera similar, una oruga y una mariposa tienen exactamente los mismos genes, pero no se expresan de la misma manera, dependiendo de los tiempos de la vida del insecto.

Estas modificaciones en la expresión de los genes son más o menos duraderas, y en ciertos casos incluso pueden transmitirse de una generación a otra, aunque no haya cambios en la secuencia de ADN de los genes en sí. Estos descubrimientos realmente han revolucionado el campo de la genética, ya que hasta ahora la noción misma de transmisión de rasgos adquiridos se consideraba una herejía. La influencia de las condiciones externas es, por lo tanto, considerable, y hoy sabemos que esta influencia tiene repercusiones en nuestros genes.

Los niños que crecen en una cultura altruista son más compasivos.
 

¿Podría entrenar la mente para cultivar emociones positivas que conduzcan a cambios epigenéticos? Los estudios realizados en el laboratorio de Richard Davidson en Wisconsin, en colaboración con la genetista española Perla Kaliman, muestran que  en un día , meditar durante ocho horas en atención plena, amor altruista y compasión ya induce importantes modificaciones epigenéticas. Podemos vislumbrar aquí la posibilidad de una transformación epigenética de un individuo que se debe no solo a la influencia del medio ambiente, sino también a un entrenamiento voluntario en el cultivo de cualidades humanas básicas.

Convertirse en diferentes seres

Parece que es posible una transformación simultánea de culturas e individuos. Los niños que crecen en una cultura donde prevalecen los valores altruistas y donde la sociedad fomenta la cooperación cambiarán no solo en el comportamiento momentáneo sino también en su actitud general y disposiciones mentales. Serán diferentes, no solo porque se ajustarán a las nuevas normas culturales y las nuevas reglas establecidas por las instituciones, sino porque sus  cerebros se habrán formado de manera diferente  y porque  sus genes se expresarán de manera diferente.  Por lo tanto, un proceso dinámico de influencias mutuas continuará a lo largo de generaciones.

En el análisis final, son los individuos los que establecen los regímenes totalitarios y otros los que los derrocan para establecer la democracia. Los individuos que han perpetrado genocidios cuando deshumanizaron a sus compañeros, son otros individuos, a veces los contemporáneos del primero, quienes promulgaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Encarnar el altruismo
Nos corresponde a nosotros encarnar el altruismo que queremos alentar.
 

A pesar del inmenso progreso en los campos de la democracia, los derechos de las mujeres, los derechos humanos en general, la justicia , la solidaridad y la erradicación de la pobreza y las epidemias, queda mucho por hacer. Sería lamentable dejar de lado el papel de la transformación personal para facilitar más cambios.

Una de las tragedias de nuestro tiempo parece ser subestimar considerablemente la capacidad de transformación de la mente humana, dado que nuestros rasgos de carácter se perciben como relativamente estables. No es tan común que las personas enojadas se vuelvan pacientes y atormentadas para encontrar paz interior o que las personas pretenciosas se vuelvan humildes. Sin embargo, es innegable que algunos individuos   cambian, y el cambio que se produce en ellos muestra que no es en absoluto imposible. Nuestros rasgos de carácter duran siempre que no hagamos nada para mejorarlos  y dejemos nuestras actitudes y automatismos solos, o dejemos que se refuercen con el tiempo. Pero es un error creer que están arreglados permanentemente.

Saber que la emulación, la inspiración y el poder de los ejemplos vivos, los nobles aspectos del conformismo, son el marco que garantiza la estabilidad y la continuidad de las culturas, y la fuerza motivadora de su transformación y expansión, nos corresponde a nosotros encarnar, en nuestro ser y nuestro comportamiento, el altruismo que queremos alentar: el mensajero debe ser el mensaje.

Durante los últimos cincuenta años, hemos visto que se desarrollaba una aversión a la guerra , y hemos sido testigos de la difusión de la visión de que la Tierra no es más que una "gran aldea". Esta evolución está en marcha. Tal vez sea suficiente participar en él, agregando nuestra piedra al edificio, nuestra gota al océano. Pero también podemos decidir facilitarlo y amplificarlo activamente, como un catalizador que acelera una reacción química.

 

 

 Cómo dejar que el altruismo sea tu guía – Matthieu Ricard

 

Adaptado del  altruismo . Copyright © 2015 por Matthieu Ricard. Traducción copyright © 2015 por Little, Brown and Company.

 

https://upliftconnect.com/the-brain-changing-effects-of-altruism

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