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miércoles, 7 de abril de 2021

Zen..Camino sin camino – Venir a ser nadie en la Cotidianidad

 

El Zen es un mensaje más allá de toda doctrina oral o escrita, que apunta directamente al corazón y lleva al despertar

“El Zen es un mensaje” no quiere decir que es una transmisión de un esquema de creencias, o de una nueva metafísica, de respuestas a las preguntas últimas, o ni tan siquiera la transmisión de enseñanza arcana de los maestros. Hace realmente referencia a la transmisión de la experiencia del despertar, experiencia viva, evolución esencial del devenir humano.

“… más allá de toda doctrina oral o escrita…” significa la no adscripción a religión, ideología o esquema de creencias. Si bien históricamente el Zen surgió en el marco del Budismo, en su encuentro fructífero con el Taoismo, es hoy patrimonio de la humanidad toda, y ha de ser practicado desde una perspectiva laica y con profundo respeto a las diferentes tradiciones, sea cual sea el marco de creencias del practicante.

“…que apunta directamente al corazón…” quiere decir que afecta al centro de la vida humana ya la vida de todos los seres sin intermediarios, sin que sea necesario una interpretación o un contenido mental, e impregna los diversos aspectos esenciales de la vida

“…y lleva al despertar…”. Despertar significa apertura de conciencia con la superación de la mente discriminativa, con la superación del ego-centrismo, viviendo sin separación, sin límites. Es la experiencia del vacío de realidad, en comunión con la vida. No es una práctica espiritual concreta, un método esotérico de sublimar la conciencia, algo extraordinario a hacer, sino la propia forma de vivir naturalmente, sin divisiones, afectando a nuestras acciones, nuestros valores y nuestra actitud vital general, individual y colectiva. Cualquier otra cosa es dicotomía que lleva al sufrimiento

Zazen es la práctica del silenciamiento y de la quietud. ¡Estad atentos! No es la práctica para el despertar de la conciencia, sino que es la propia práctica del despertar. Comienza con el silenciamiento de nuestros ruidos, nuestros apegos y nuestras expectativas, nuestras interpretaciones y nuestras identificaciones. Es un proceso de abismamiento en el momento presente, abandonando las cargas del pasado y la angustia por el futuro. Es un proceso de vaciamiento, en el que se produce el olvido del yo como supuesto referente de nuestra vida. El momento presente, la presencia de lo que realmente ocupa el foco vital, de forma que ya no queda atadura a la interpretación de mi existencia, al marco de mis deseos y necesidades. Mi ansia por la depredación, mi compulsión por la posesión y el rechazo, mi propia interpretación del mundo se extingue, quedando tan solo el gozo profundo de ser, de ser presente en este momento.

Y también es quietud, abandonando la justificación de la vida por lo que hago, lo que represento, viniendo a ser potencialidad pura. Dejo el cuerpo quieto y sereno, morando en la paz física, en la paz emocional y la paz mental, no dejándome arrastrar por el ritmo de mi racionalidad ni mis emociones o sensaciones, mirando a la pared, simbolizando con ello la renuncia a interpretaciones e identificaciones, de forma que me vacíe de todos mis personajes

No hay metas ni objetivos en el Zazen, como no lo hay en la razón de nuestra existencia. La respuesta a porqué practico no puede ser más que la práctica misma. La razon del zazen es el zazen mismo, como la manifestación d Zazen es la práctica de no hacer nada, de no querer nada, de no buscar nada, de no ser nada. En este sentido es la expresión vital más absoluta, más completa. Es la práctica del vacío.

Esta forma de practicar es un ejercicio, momento a momento, de vaciamiento y de presencia. Depuración, limpieza y vaciamiento de todo lo que me ata, me obliga a enfrentarme a mis dependencias de las posesiones, de las exclusiones y de las creencias e interpretaciones. Y por tanto me obliga a enfrentarme a mis asignaturas pendientes, a mis neurosis, a mis heridas vitales, y a emprender una acción terapéutica sobre mí mismo.

Cotidianidad de zen es el momento en que lo sagrado y lo profano vienen a ser uno. Hui Neng, el sexto patriarca del Ch´an decía que “… la espiritualidad que no está enraizada en lo ordinario y concreto de la vida de cada día no merece siquiera su nombre…” 

No hay un camino trazado en el Zen. Mazu Daoyi decía que el Chán es la práctica del camino sin camino. Deberé renunciar a elevar el zen a normas de vida, a formas de comportamiento o a actitudes a seguir. Cada cual debe atreverse a andar el siguiente paso por sí mismo. Un paso de vaciamiento, de pobreza de espíritu.

Zen es completa apertura a lo que realmente es. Es la habilidad de estar totalmente inmerso en lo que uno realiza en cada momento, de forma que las interpretaciones y la propia presencia de “alguien” haciendo “algo” pierde sentido.

Zen es incorporarse sin resistencia al flujo de lo que aparece, cambia y desaparece. Aceptar ser el espíritu de la evolución, ser el flujo mismo, y por tanto no ser nadie en particular. Para ello la mayor parte de nuestra actividad se irá en el proceso de silenciamiento de tanto ruido como hemos construido a lo largo de la vida, de forma que se produzca la desidentificación y vengamos a ser nadie. Aprenderemos a nacer, cambiar y morir

Zen es abrirse a la intuición, la simplicidad y el dejar hacer con alegría y sabiduría profunda, aceptando con humor la alegría y el drama de vivir.

Como Practicar

Me acercaré a la práctica del Cuenco Vacío. Significa confrontar en primer lugar mis ruidos, mis dependencias y apegos, y en segundo lugar iniciar un proceso de limpieza y depuración, de vaciamiento, no para llenarlo de otras teorías y metafísicas. Habré de comenzar curando mis heridas, aliviando mis cargas, incluso si requiere una revisión profunda, psicológica, emocional o mental de mi existencia. Implicará un proceso de superar la ego-centración, el marco de mis deseos y necesidades, y el cultivo del interés directo, no condicionado por el mundo, por lo concreto, por cada ser y por cada acontecimiento

Haré silencio cada día, varias veces al día si puedo, a través de la práctica del Zazen diario, de forma que se convierta en forma de vivir, en momento de refugio en quien realmente soy. Poco a poco este silenciamiento profundizará otros aspectos de mi vida, liberándome de ataduras, interrogándome por la existencia, sin necesitar añadir formulas mentales a mis preguntas.

Me haré uno con el flujo del cambio, aceptando aparecer, nacer, cambiar, crecer y decrecer, y desaparecer, morir. De forma que sea Nube y Agua. Nube que pasa, se manifiesta y se transforma. Agua que se derrama, fluye y se pierde en el océano, siendo océano en si misma. El agua es océano, el océano no es sino agua

Practicaré la experiencia del vacío, que significa acercarme a las cosas, a los seres y a los acontecimientos sin prejuicios, sin poner el nombre como punto de partida, sin calificar y juzgar. Es la experiencia de que no existe nada separado que merezca juicio y condena por sí mismo.

Me abriré a la práctica del Abrazo Gozosoabrazando cada ser y cada acontecimiento, en su concreción y su ordinariedad. Abandonaré progresivamente el marco de mis intereses cerrados, la posesión y la separación, el marco de mis creencias particulares, la compulsión de mis deseos y necesidades, sustituyéndolo por un pensar, sentir y vivir en comunión, en lo común. Esta es la expresión cotidiana de la Presencia.

Viviré por fin, si avanzo en estas tareas, desde la Gran Compasión, el Amor desinteresado, igualando lo desigual, protegiendo al vulnerable y cuidando del más pequeño, estando presente como instrumento de amor en el conjunto de las cosas y de los seres.

 

 Pedro San José, maestro zen 

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