DONACIÓN AMOROSA

 

DONACIÓN AMOROSA

 

INFINITAS GRACIAS!!

GRACIASSSS...Por todo vuestro amoroso apoyo tanto presencial como financiero, los que han podido, a través de tantos años. Porque ayuda el que dona dinero...pero ayuda inconmensurablemente quien expande su amor y su Presencia en el Infinito Campo de Conciencia en el que estamos entrelazados♥

Buscar en este blog

domingo, 3 de enero de 2021

EL SISTEMA DE PENSAMIENTO DEL ESPÍRITU SANTO – Parte2 de 3

 

Un curso en milagros habla mucho acerca de economizar tiempo. En realidad, muchas veces habla de economizar mil años si sigues lo que te dice. En la ilusión de tiempo del mundo, aún estamos hablando de una gran cantidad de tiempo. La razón por la cual hago énfasis sobre esto es porque no quiero que se sientan culpables si tienen problemas mientras trabajan con el Curso. En el nivel práctico del Curso la verdadera meta no es que lleguemos a estar libres de problemas, sino que lleguemos a reconocer lo que son, y que luego reconozcamos dentro de nosotros mismos los medios para deshacerlos.

 Repito, el propósito de Un curso en milagros es plantear muy claramente el sistema de  pensamiento del ego, el sistema de pensamiento del Espíritu Santo-nuestra mente errada y  nuestra mente correcta--y capacitamos para que elijamos contra la mente errada a favor del perdón y del Espíritu Santo. Repito, este es un proceso lento y tenemos que ser pacientes. Nadie se libera de la culpa de la noche a la mañana. La gente que dice que trascendió el ego probablemente no lo ha hecho. Si realmente lo hubiera hecho no te lo contaría porque estaría por encima de ello.

 Permítanme ahora hablar específicamente de cómo es que funciona esto. Digamos que estoy aquí sentado tal como estoy, tratando de atender los asuntos de mi Padre (Lc 2:49), y alguien entra y me insulta o me lanza algo. Asumamos por ahora que mientras estoy aquí sentado, no estoy en mi mente correcta. En otras palabras, creo que soy un ego. Me siento temeroso y culpable y no creo que Dios esté conmigo; realmente no me estoy sintiendo muy bien conmigo mismo. Ahora tú entras y empiezas a gritarme, a enfurecerte conmigo, acusándome de todo tipo de cosas. En cierto nivel, puesto que soy culpable, creeré que tu ataque contra mí está justificado. Esto no tiene nada que ver con lo que digas o no digas, o si lo que estás diciendo es verdad. El hecho de que ya soy culpable demanda que yo crea que debo ser castigado y atacado. Tú entras y haces justamente lo que creo que me merezco. Esto hará dos cosas.

 Primero, tu ataque contra mí reforzará toda la culpa que ya siento. Segundo, reforzará la culpa que ya sientes porque no me estarías atacando si no fueras culpable. Y el mismo hecho de que me atacas reforzará tu culpa.

 En esta situación no voy a quedarme aquí sentado a recibir tu ataque sin ofrecer resistencia. Haré una de dos cosas, las cuales son lo mismo. Una es que me iré a un rincón y lloraré y te diré que mires lo mal que me has tratado, que mires todo el sufrimiento que me has ocasionado, que mires lo miserable que me siento; y que deberías sentirte responsable de esto. El mensaje que estaría dando es: debido al daño que me has hecho ahora estoy sufriendo. Es mi forma de decirte que deberías sentirte bien culpable por lo que has hecho. La otra forma es contra-atacándote. Simplemente te insultaré llamándote todos los nombres del libro y te diré: "Y tú de donde sales insultándome en esa forma; eres realmente el malvado, etc."

 Estas dos defensas de mi parte son realmente formas de hacer que te sientas culpable por lo que me hiciste. El hecho mismo de hacerte eso constituye un ataque del cual me siento culpable; el hecho mismo de imponerte culpa  a ti que ya estás sintiéndote culpable, va a reforzar tu culpa. Así que lo que sucede en el momento en que tu culpa se encuentra con la mía es que ambos la reforzamos el uno en el otro, y entonces ambos estamos aún más condenados a esta prisión de culpa en la cual vivimos.

 Esta vez asumamos que tú entras aquí y me insultas, pero ahora estoy en mi mente correcta y me siento bien conmigo mismo. Sé que Dios está conmigo, que Dios me ama y debido a eso nada puede hacerme daño. No importa lo que tú me hagas, sé que Dios está conmigo, sé que estoy a salvo y seguro. Sé que no importa lo que digas, aun cuando pueda ser verdad en un nivel, en un nivel más profundo no puede ser verdad porque sé que soy un Hijo de Dios y, por lo tanto, soy perfectamente amado por mi Padre. No hay nada que puedas hacer o decir que me pueda quitar eso.

 Si asumimos que esta es la posición en la que estoy aquí sentado y tú entras y me insultas, entonces estoy libre para mirar en forma distinta lo que has hecho. Hay una línea maravillosa en la primera epístola de Juan en el Nuevo Testamento que dice, "El amor perfecto expulsa el temor" Lo que significa no sólo que el amor perfecto deshace el miedo,  sino que también deshace el pecado, la culpa y cualquier forma de sufrimiento e ira. No hay  manera de que alguien que esté lleno del Amor de Dios (e identificado con él) pueda tener miedo,  ira, culpa o querer hacerle daño a alguien. Es absolutamente imposible sentir el Amor de Dios y tratar de hacerle daño a otra persona. Simplemente no lo puedes hacer.

Esto significa que si estás tratando de hacerme daño, en ese momento específico no crees que estás lleno del Amor de Dios. En ese momento específico no te identificas a ti mismo como un Hijo de Dios. No crees que Dios sea tu Padre y, debido a que estás en tu estado de ego, te sentirás amenazado y culpable. Crees que Dios te va a atrapar. Y la única forma cómo puedes manejar toda esta culpa es atacando a un hermano tuyo. Esto es lo que hará la culpa siempre. Por lo tanto, tus insultos o ataques están diciendo realmente: "Por favor enséñame que estoy equivocado; por favor enséñame que hay un Dios Que me ama, y que soy Su Hijo. Por favor demuéstrame que el amor que considero imposible para mí está realmente ahí." En consecuencia, cada ataque es un pedido de ayuda o un llamado al amor.

 La primera sección del capítulo 12 del texto, "El juicio del Espíritu Santo" (T-12.1), es una aseveración muy clara de esto. Ante los ojos del Espíritu Santo cada ataque es un pedido de ayuda o un pedido de amor, porque si la persona sintiera amor nunca podría atacar. El ataque es una expresión de que la persona no se siente amada y, por lo tanto, es un pedido de amor. Está diciendo: "Por favor demuéstrame que estoy equivocado, que realmente hay un Dios que me ama, que soy Su Hijo y no un hijo del ego." Si estoy aquí sentado en mi mente correcta, esto es lo que escucharé. Escucharé en el ataque un pedido de amor. Y puesto que en ese momento estoy identificado con el Amor de Dios, ¿cómo podría responder en otra forma que no fuera tratar de extender ese Amor?

 La forma específica cómo yo responda al ataque depende del Espíritu Santo. Si estoy en mi mente correcta, pediré su ayuda. El me mostrará cómo debo responder. La forma cómo yo actúe no importa. Este no es un curso en acción o conducta, sino en cambio de nuestro pensamiento. Tal como lo dice Un curso en milagros, "No trates de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar tu parecer acerca de él" (T-2 1.in.1:7). Si pensamos de acuerdo con el Espíritu Santo entonces todo lo que hagamos será correcto. San Agustín dijo, "Ama y haz lo que quieras." Si el amor está en nuestro corazón todo lo que hagamos será correcto; si no está en nuestro corazón todo lo que hagamos estará equivocado, no importa lo que sea. Por lo tanto, mi preocupación o interés no está en lo que haga cuando me ataques; mi interés está en cómo puedo permanecer en mi mente correcta de modo que pueda consultar al Espíritu Santo sobre lo que debo hacer. Repito, si estoy en mi mente correcta veré tu ataque como un pedido de ayuda y nunca como un ataque.

 Esta idea sobre el juicio es extremadamente importante. De acuerdo con el Espíritu Santo,  sólo existen dos juicios que podemos hacer acerca de alguien o de algo en este mundo. Es, o una  expresión del amor, o un pedido de amor. No existe otra alternativa posible, lo que hace el vivir en este  mundo muy sencillo, tan pronto se piense en esta forma. ¿Si alguien me expresa amor, cómo puedo  responder en cualquier otra forma excepto devolviendo amor? ¿Si un hermano o hermana está  pidiendo amor, cómo puedo reaccionar en cualquier otra forma que no sea dar amor? Repito, esto hace el vivir en este mundo algo muy sencillo. Esto quiere decir que no importa lo que hagamos, no importa lo que el mundo aparente que nos hace, nuestra respuesta será siempre una de amor, lo que verdaderamente hace que todo sea muy, muy sencillo.

Como dice el Curso, "la complejidad es cosa del ego" (T 15.IV 6:2), mientras que la simplicidad es de Dios. Mientras sigamos los principios de Dios todo lo que hagamos siempre será lo mismo. Si ves que todo es, o una expresión del amor o un pedido de amor, entonces siempre reaccionarás en la misma forma: con amor.

 El perdón es mirar más allá de la oscuridad de tu ataque y verlo como un pedido de luz. Esta es la visión de Cristo. La meta de Un curso en milagros es ayudarnos a tener esa visión para enfrentarnos a toda situación y a cada persona en nuestra vida, sin excepción.

 Lo que esto significa en términos de cómo vivimos nuestras vidas es que podemos ver cada cosa que sucede-desde el momento en que nacemos hasta el momento en que morimos, desde el momento en que despertamos cada día hasta el momento en que nos vamos a dormir cada noche-como una oportunidad que puede utilizar el Espíritu Santo para ayudarnos a vernos sin culpa. La forma cómo miramos a las personas en nuestras vidas es la forma cómo nos miramos a nosotros mismos. Por lo tanto, aquellas personas que son las más difíciles y problemáticas son los mejores regalos para nosotros porque si podemos sanar nuestra relación con ellos, lo que verdaderamente estamos haciendo es sanando nuestra relación con Dios.

Cada problema que vemos en otro, que queremos excluir de nuestras vidas, es verdaderamente el deseo secreto de excluir de nosotros mismos alguna parte de nuestra culpa y así no tener que soltarla. Esa es la atracción de la culpa del ego. La mejor forma para retener nuestra culpa es darle duro en la cabeza a alguien. Cada vez que estamos tentados a hacerlo, el Curso nos dice que hay Alguien con nosotros que nos tocará el hombro y dirá: "Hermano mío, elige de nuevo."

Y la elección siempre es si perdonamos o no perdonamos. Lo que escogemos en términos de perdonar a alguien es lo mismo que escogemos en términos de perdonarnos a nosotros mismos. No hay diferencia entre lo interno y lo externo; todo es una proyección de lo que sentimos internamente. Si sentimos culpa internamente entonces eso es lo que proyectaremos hacia fuera. Si sentimos el Amor de Dios dentro, entonces eso es lo que extenderemos hacia fuera. Cada persona y circunstancia en nuestras vidas nos ofrece la oportunidad de ver lo que está dentro del proyector de nuestras propias mentes; nos ofrece la oportunidad de escoger otra vez.

Cuando parece que estás en una situación en la cual lo que haces está equivocado, la fe te dice que esto no sucede accidentalmente. Esto forma parte de alguna lección importante para ti y para la otra persona.  Lo que tienes que hacer es ir dentro de ti, orar en la forma que acostumbras y decir: "Mira, no quiero ver a esta persona como un estorbo, sino como mi hermano o hermana. ¡Ayuda!" Si esa es tu verdadera meta, no hacer daño mientras haces lo que crees que tienes que hacer, en alguna forma todo funcionará.

 Eso es lo que es un milagro: un milagro no es nada mágico que sucede en lo externo; es algo que sucede en tu interior que permite que esta situación se elabore en su totalidad. Ese es el principio que debes seguir toda y cada una de las veces que tengas una situación que parezca no tener solución; es cuando sinceramente no quieres herir a nadie, pero quieres hacer lo que tienes que hacer, y no sabes cómo hacerlo. Es el planteamiento más honrado que podemos hacer, porque de por sí no sabemos qué hacer, aun cuando nos sintamos absolutamente seguros. Pero hay Alguien dentro de nosotros que sabe, y Él es a Quien podemos recurrir. Esa es verdaderamente la respuesta a nuestro problema. Y esa será la respuesta a todos nuestros problemas.

 Ahora quiero hablarles sobre "Jesús en el Templo". Esta es una pregunta que surge cada vez que hablo sobre la ira, especialmente si me estoy dirigiendo a un grupo cristiano. Todos ustedes conocen la escena de Jesús en el templo. Probablemente sucedió; de lo contrario no aparecería en los cuatro evangelios . Quizá no siempre sucedió como está escrito, pero las posibilidades son que sucedió.

 La escena aparece en Mateo, Marcos y Lucas al final de la vida de Jesús, justo antes de que lo arrestaran. En Juan ocurre justo al inicio de su ministerio. Jesús está en el templo en Jerusalén, el lugar más sagrado del judaísmo. La gente está cobrando dinero por toda clase de cosas; realmente están utilizando el templo para sus propios fines. Y Jesús dice: "Estáis tratando la casa de mi Padre como cueva de ladrones." Luego voltea las mesas de los mercaderes a quienes lanza fuera del templo. Ese es el incidente que utiliza la gente para justificar lo que llaman ira justificada. Después de todo, dicen, Jesús se puso furioso, ¿por qué no puedo hacerlo yo? Es interesante ver que se olvidan de todo lo que está en los evangelios donde Jesús expone su punto de vista respecto a la ira. Sólo tienes que leer el Sermón de la Montaña donde dijo: "Habéis leído en la Ley, no matarás. Os digo que ni siquiera te enojarás con tu hermano" (Mt 5:21-22). Esa es una aseveración muy clara que describe exactamente lo que hizo al final de su vida, cuando aparentemente nadie hubiera estado más justificadamente furioso que él. Pero él no se puso furioso.

 Es muy interesante ver cómo la gente toma un incidente y olvida todo lo demás. Sin embargo,  creo que hay tres formas básicas de interpretar esta escena. Una es que no sucedió en la forma  como la escribieron. Eso podría interpretarse como una evasiva, pero existe suficiente evidencia de eruditos contemporáneos de las escrituras que indican que gran cantidad de palabras airadas que le atribuyeron a Jesús no eran suyas, sino que la iglesia primitiva cristiana se las atribuyó para tratar de justificar su propia posición. Hay una línea donde se cita a Jesús: "No he venido a traer paz sino espada" (Mt 10:34), que incidentalmente el reinterpreta en el Curso (T-6.I. 15:2). El Comentario Bíblico de San Jerónimo, versado y autorizado libro católico, pregunta cómo el Príncipe de la Paz pudo haber dicho  eso. Concluye que esto vino de la iglesia primitiva y no de Jesús. Así que una clara posibilidad es que  él no hizo tal cosa en la forma cómo la describen.

 Pero dejando eso a un lado por un momento, asumiendo que lo hizo, la forma cómo yo escogería entenderlo es ésta. Como cualquier buen maestro Jesús sabía cómo hacerse entender en la forma más eficaz posible. Esta es una escena muy dramática, a plena vista de toda la gente en Jerusalén que está allí para la Pascua cuando todos debían estar en el templo en Jerusalén. Esto sucedía justo antes de la Pascua así que el lugar estaba lleno de gente. Este era el lugar más sagrado en la tierra para un judío, y es aquí donde Jesús escoge demostrar claramente cómo el templo de su Padre debía ser tratado. Por lo tanto, una forma de ver esto es que él no estaba personalmente colérico sino más bien estaba tratando de demostrar su enseñanza en la forma más dramática y convincente posible.

 Cuando hablamos de ira existen tres cualidades principales. Una es que la persona que está furiosa no está en paz. La gente no trataría de aseverar que en el momento que están furiosos también están en paz. Los dos estados se excluyen mutuamente. La segunda es que en el momento cuando estás furioso Dios está bien apartado de tu mente. Tú no estás pensando en Dios; estás pensando en lo que te ha hecho esa persona terrible. La tercera cualidad de ira incluye a la persona con quién estás bravo; no la estás viendo como tu hermano o hermana en ese momento. Obviamente estás viendo a esa persona como tu enemigo, de lo contrario no la estarías atacando.

 Personalmente encuentro difícil creer que en ese momento en la vida de Jesús nada de este mundo le hubiera podido robar su paz, hubiera podido hacerle olvidar a su Padre, o le hubiera permitido ver a alguien en el mundo no como su hermano o hermana. Por consiguiente, creo que lo que Jesús estaba haciendo en el templo no era ponerse furioso como nos ponemos nosotros sino que estaba haciendo una presentación impactante y enseñando una lección para que la gente captara su mensaje. Hay muchos ejemplos en los evangelios donde se ve claramente cómo Jesús enseña en una forma cuando enseña a las multitudes, y en otra forma muy distinta cuando enseña a sus apóstoles, y aun una tercera forma con los apóstoles con quienes tenía mayor intimidad- Juan, Santiago o Pedro. Existen distintos niveles de enseñanza, como lo sabe cualquier maestro. El templo era un lugar público donde él trataba de captar la atención de la gente para lograr su mensaje. Por lo tanto, no estaba personalmente furioso con las personas que estaba lanzando fuera.

Existe aún una tercera forma de explicar todo esto y esta sería decir que Jesús tenía un ataque de ego. Simplemente se hartó, se impacientó y se puso furioso; gritó y bramó. Personalmente no puedo creer que esto pudiera sucederle en ese momento en su vida. Pero si tú dices que eso fue lo que hizo, la pregunta sería, por qué tú quieres identificarte con su ego en vez del Cristo en él y todas las otras cosas que él enseño, dijo y ejemplarizó.

 Así que las tres explicaciones son: (1) No sucedió así, (2) sencillamente estaba tratando de enseñar en un nivel distinto y no estaba airado, o (3) simplemente tenía un ataque de ego, y ¿por qué quieres identificarte con eso cuando hay formas mucho mejores de manejar ese problema?

Entonces… ¿Por qué es que la ira se utiliza tanto en la psicoterapia como terapéutica, trabajándola y ese tipo de cosas?

 Gran parte de la psicoterapia es del ego. Es desafortunado que la psicología de los últimos veinte o treinta años haya descubierto la ira y la haya convertido en ídolo. Déjenme hablarles un poco acerca de la ira, que es uno de los problemas más grandes en el mundo. El folleto Psicoterapia: su propósito, proceso y práctica habla del problema de la psicoterapia realmente como un problema de ira. La razón de esto es que la ira es la defensa prominente contra la culpa. La ira nos mantiene afianzados fuera  de nosotros mismos.

 Es interesante considerar la ira en términos de su historia a través de este siglo, especialmente en términos de cómo los psicólogos la han visto. Eso nos ofrece el trasfondo para ver cómo la gente la considera ahora. Durante los primeros cincuenta años de este siglo la psicología estuvo dominada por Freud y el psicoanálisis. Cuando leemos a Freud y vemos la influencia que ejerció, es útil recordar que hizo todo su trabajo en una atmósfera muy victoriana. A principios de siglo Viena estaba bajo la influencia de los valores victorianos y Freud era sólo un hijo de su tiempo. Esto significa que tenía prejuicios y temores muy marcados acerca de los sentimientos y por consiguiente, de la expresión de los mismos. Lo interesante es que toda su teoría está encaminada a liberarnos de la represión, pero la actitud que tenía personalmente y la cual proyectaba en sus teorías era que no debíamos expresar nuestros sentimientos. Podemos analizarlos, sublimarlos o desplazarlos, pero no debemos expresarlos.

Ciertamente ésta era, igualmente, una virtud predominantemente cristiana. Un cristiano "verdadero" pone la otra mejilla, lo que quiere decir que se nos abofetea dos veces, según nos enseñaron y según lo comprendimos. Incidentalmente, esta no fue la forma cómo Jesús lo enseñó-que somos víctimas que sufrimos en su nombre. Todo esto se reforzó con la idea de que la ira era algo a lo cual había que temerle. Se consideraba algo malo que debía taparse y reprimirse. Después de la segunda guerra mundial hubo una revolución en la psicología. Repentinamente la gente descubrió que tenía sentimientos. Surgieron los movimientos de "grupos-T", grupos de sensibilidad, entrenamientos de sensibilidad, grupos de encuentro, grupos maratónicos, etc. Entonces la gente se hizo experta en romper las defensas contra la ira y en vivir todos sus sentimientos y emociones, especialmente la ira.

 El péndulo se columpió de un extremo al otro. En vez de enseñarle a la gente a reprimir la ira y a analizarla, el criterio para la salud mental se convirtió en sacar todos los sentimientos. La gente se tomó experta en expresar sus sentimientos. Así que, se establecieron dos alternativas básicas, una era reprimir la ira y la otra era expresarla. Si reprimimos la ira continuamente nos van a dar úlceras y problemas gastrointestinales. Por el contrario, si expresamos nuestra ira siempre, estaremos haciendo exactamente lo que mencionaba antes: sólo estaremos reforzando la culpa misma que sustenta la ira. Así que parece que no hay salida.

La clave para comprender el problema es ver la premisa que sirve de apoyo a estas dos alternativas, y lo interesante es observar que la premisa es la misma. Las soluciones parecen ser totalmente diferentes-la una es represión y la otra expresión-pero la premisa es la misma. Es realmente cara y cruz de la misma moneda. La premisa es que la ira es una emoción humana básica que es inherente a la especie humana. Por lo tanto, cuando se discute la ira se describe casi como si fuera una masa de energía cuantificable. Hay algo inherente en nosotros que nos hace humanos lo cual incluye la ira, y tenemos que hacer algo con ella. Si la tapamos y la reprimimos entonces explota dentro de nosotros y nos dan úlceras. Alternativamente, podemos sacar esta masa de energía de nosotros y fuera de nuestro sistema, y parece que nos sentimos muy bien al quitamos esta carga terrible de ira. La verdadera razón por la cual una expresión de ira hace que nos sintamos tan bien no tiene nada que ver con sacar la ira. En vez de esto, lo que parece que sucede es que por primera vez creemos que finalmente nos hemos librado de esta carga de culpa.

 Entonces la emoción humana básica no es la ira; es la culpa. Esta es la falacia que sirve de base a todo el enfoque que le ha dado el mundo a la ira. Un curso en milagros tiene una sección muy hermosa  llamada "Las dos emociones" (T 13.V) en la que dice que tenemos sólo dos emociones. Una  nos fue dada y la otra la hicimos nosotros. La que nos fue dada es el amor, dada por Dios. Y la  que hicimos como substituto del amor es el miedo. Repito, siempre podemos substituir la culpa por el miedo.

 La emoción humana básica, que es la emoción básica del ego, es el miedo o la culpa. No es la ira. La ira es una proyección de la culpa y jamás es el problema. El problema real siempre es la culpa subyacente. La razón por la cual nos sentimos tan bien cuando lanzamos nuestra ira hacia alguien es que en ese instante creemos que finalmente nos hemos librado de nuestra culpa. El problema surge a la mañana siguiente o varias mañanas más tarde cuando nos despertamos y nos sentimos miserables. Entonces experimentamos el malestar psicológico conocido como depresión.

No sabemos de dónde viene la depresión. Le echamos la culpa a cualquier cosa. No nos damos cuenta de que la verdadera razón de nuestra depresión es que nos sentimos culpables por lo que le hicimos a esa otra persona. Cada vez que nos enfurecemos o atacamos nos sentimos culpables más tarde. La gente habla de la depresión como ira no expresada. A un nivel esto es verdad, pero por debajo de la ira, hay culpabilidad. El verdadero significado de la depresión es la culpa o el odio a sí mismo.

 Ya que les he hablado de todas estas cosas terribles sobre la ira déjenme decirles que existe una circunstancia en la cual una expresión de ira puede ser positiva, y de esto se trata la pregunta. Se trata de mirar la ira desde un punto de vista terapéutico. Si se nos ha enseñado a través de nuestra vida que la ira es mala, como posiblemente nos ha pasado a todos en esta sala, entonces lo que se nos ha enseñado realmente es que a la ira hay que tenerle miedo. Creemos que si expresamos nuestra ira algo terrible le sucederá a la otra persona, o aun peor, que algo terrible nos sucederá a nosotros. Puede ser, pues, muy útil terapéuticamente como parte del proceso de liberarse totalmente de la ira y la culpa, pasar por un período en que expresemos la ira y experimentemos que no es gran cosa. Podemos ponernos furiosos con la gente y nadie caerá muerto a nuestros pies. Podemos ponernos furiosos con alguien y Dios no nos castigará matándonos por la cosa terrible que hemos hecho. En realidad nada terrible sucederá. No es gran cosa. En ese punto podemos mirar la ira más objetivamente y reconocer que el problema no es la ira como tal. El problema real es la ira que estamos dirigiendo hacia nosotros mismos por nuestra culpa.

 El peligro está en que no veamos esto como un paso temporal. Gracias a las recientes enseñanzas de la psicología, vamos a ver esto como un fin. Lo que sucede entonces es que se le va a rendir culto a la ira como a un ídolo, porque nos hace sentir bien regañar y ponerse furioso con otra persona. La psicología nunca nos enseñará (puesto que la psicología es realmente un sistema muy secular) que el problema verdadero es la culpa, y que la culpa es una defensa contra Dios.

Entonces lo que pasa es que la expresión de la ira se convierte en la meta y nos sentimos tan bien que no queremos soltarla. Sin embargo, nuestra meta debe ser ponernos en contacto con nuestra culpa subyacente y manejarla. Necesitamos expresar nuestra ira sólo como una fase que nos lleve a trascenderla plenamente. Así que si pasamos por un período en que sentimos la necesidad de ponemos violentos, debemos verlo como una etapa temporal y tratar de no ver la ira como la gran cosa. Entonces podemos llegar al problema verdadero que es la culpa. Cuando realmente manejemos la culpa y la soltemos no necesitaremos volver a ponemos furiosos.

 Según el Curso, todo esto puede terminar en un instante. Pero luego hay otros lugares donde dice que esto tomará mucho tiempo y que debes ser paciente. Al principio del texto hay una línea que estoy seguro ha molestado a mucha, mucha gente. La misma habla sobre el Juicio Final, el cual es realmente el deshacer el ego colectivo o el completar la Expiación. Dice que "Del mismo modo que la separación abarcó un período de millones de años, así el Juicio Final se extenderá por un período igualmente largo, o tal vez aún más largo" (T 2.VIl1.2:5).

 Sin embargo, dice justo después de eso que el tiempo puede acortarse considerablemente con los milagros. Pero muy posiblemente no va a suceder de la noche a la mañana. Si piensas sobre cómo está constituido nuestro mundo, existe una tremenda cantidad de miedo que sustenta y motiva cada sencillo aspecto del mismo. Cada institución, cada sistema de pensamiento dentro de este mundo está motivado por el miedo y la culpa. Simplemente no puedes cambiar eso justo ahora. Creo que el plan de la Expiación, y la parte del Curso en él, es cambiar los pensamientos individuales más rápidamente de lo que sucedería de otro modo. Esto es el "apuro celestial", pero el mismo está ocurriendo dentro del marco de un período de tiempo considerable.

 

Continúa...

 

Del libro Una Introducción Básica a Un Curso de Milagros de Kenneth Wapnick

No hay comentarios.:

Publicar un comentario