¿Qué pasa si se está convirtiendo en mariposa - James Kerr

Traducido con Amor desde… https://www.elephantjournal.com

 

 

Me senté junto al lecho de muerte de mi padre mirándolo sin aliento, preguntándome cuál sería el último.

Una serie de golpes le habían robado su habilidad para tragar o comunicarse. No había comido nada en tres días y se estaba consumiendo ante mis ojos. Su cuerpecito, que había cuidado tan bien durante su vida, se retorcía en la cama como si tratara de deshacerse de un montón de ropa que no le quedaba bien.

Las maravillosas enfermeras estaban haciendo todo lo posible para que se sintiera cómodo, entrando en la habitación cada pocas horas para inyectar medicamentos en su boca abierta. Pero pude ver el sufrimiento en sus ojos. El miedo.

Ver morir a un padre es el sentimiento más solitario del mundo. Mi padre siempre había estado allí para mí. Él fue el Gran Arreglador, ayudándome a superar muchos de los problemas de la vida, desde financiar la universidad, los automóviles y las casas, hasta conseguirme ayuda cuando atravesaba mis depresiones más profundas y oscuras. Y ahora, en su momento de necesidad, no podía ayudarlo. Me sentí tan impotente, tan inútil. Todo lo que pude hacer fue masajear sus hombros huesudos mientras gruñía de dolor y le susurraba al oído cuánto lo amaba.

Todos mis aprendizajes duramente ganados a lo largo de los años en mi viaje hacia la paz emocional, lecciones sobre el poder de aceptación y el desapego, se fueron por la ventana. El hecho era que estaba profundamente apegado a este hombre que había tenido un impacto tan profundo en mi vida y me hizo quien era. ¿Cómo podría dejarlo ir?

Luego, en un momento, mientras estaba sentado allí en la sala de cuidados paliativos, pensé en un dicho que llevaba años clavado en el refrigerador:

"Justo cuando la oruga pensó que el mundo había terminado, se convirtió en mariposa".

Miré a mi padre en la cama, su cuerpo devastado por la edad y la enfermedad, una càscara del hombre que siempre había sido un gigante para mí, y pensé: ¿Y si se está convirtiendo en mariposa?

¿Qué pasa si lo que estoy presenciando en este momento es equivalente a que la oruga arroje su cáscara gastada y se convierta en una mariposa monarca?

¿Qué pasaría si el sufrimiento por el que estaba pasando en ese momento fuera necesario para que su espíritu volara libre en una forma nueva y aún más hermosa tomando alas multicolores y volando en el viento probando el néctar de la vida y experimentando cosas que no experimentó en esta vida humana?

Este pensamiento no cuadraba exactamente con las creencias que me habían enseñado en mi educación católica. Pero no estaba pensando en ninguna doctrina religiosa mientras estaba sentado junto al lecho de muerte de mi padre. Estaba buscando consuelo, esperanza, algo que me ayudara a superar la agonía de dejarlo ir, y la idea de lo que estaba presenciando como una metamorfosis me ayudó más que cualquier palabra escrita en un libro de catecismo.

El cuerpo de 86 años de mi padre estaba agotado. No podría hacerle más bien. Estaba arrojando esa espiral mortal para que su espíritu pudiera volar libremente para bailar en el viento. No podía caminar con él a través de esta metamorfosis, tenía que hacerlo solo. Pero podría sentirme feliz de que algo maravilloso lo esperara cuando terminara este proceso provisional.

El nacimiento y la muerte son pasajes de un estado a otro. Como todas las transiciones, implican molestias y dolor. El feto no quiere abandonar el ambiente cálido y relajante del útero materno, donde se atiende a todas sus necesidades. Pero sin hacer el pasaje, no podría experimentar las la vida.

Ochenta o 90 años después, el adulto mayor no quiere abandonar esta vida y este cuerpo al que se ha acostumbrado y pasar a otra existencia incierta. Solo puede ser por fe que este nuevo estado de ser sea tan maravilloso como elanterior. Quizás aún más. ¿No es esto de lo que se trata la fe?

Cuando finalmente mi padre respiró por última vez, después de siete días en un hospital, vi en mi mente la mariposa renacida de su espíritu que se levantaba de su cuerpo agotado y despegaba. Me ayudó inmensamente. Me sentí aliviado. Me sentí feliz por su liberación.

La semana después del funeral de mi padre, estaba en la cabaña que estaba construyendo en las montañas sin fin de Pensilvania. Había sido mi sueño desde hace mucho tiempo, tener una casa en las montañas, y ahora finalmente se estaba haciendo realidad.

Era una gloriosa tarde de finales de septiembre, soleada y cálida con una brisa suave. Estaba de pie en la terraza, disfrutando de la vista, pensando en mi padre y deseando que pudiera estar allí para ver esto. Siempre le habían encantado las montañas y el aire libre. Tenía la esperanza de llevarlo para ver el lugar antes de que él se fuera, pero no pudo ser.

Mientras pensaba tristemente en esto, una mariposa monarca entró del campo y arremolinó  el aire frente a mí. Era hermosa: naranja brillante y negra, flotando arriba y abajo en la brisa como un pedazo de papel oriental magnífico. Permaneció junto a la terraza durante unos minutos antes de alejarse y unirse a otras mariposas en el campo.

Es enero ahora en Pennsylvania. La cabaña está terminada. 

Mi padre está pasando el invierno en las montañas de México, un lugar que nunca tuvo la oportunidad de visitar en su vida humana, esperando el regreso de la primavera para regresar volando al norte y volver a visitarnos.

James Brian Kerr es escritor y bloguero y vive en el hermoso condado de Bucks, Pennsylvania. Su ficción, ensayos y poesía han aparecido en Sewanee Review , Red River Review , Elephant Journal , A New Song y otras revistas. Su libro The Long Walk Home: A Meditation on Perder a Job and Gaining One Self se publicará en otoño.