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domingo, 3 de enero de 2021

Texto 1-Tiene que haber otra manera -Jon Mundy

Un buen maestro clarifica sus propias ideas y las refuerza al enseñarlas.

T-4.I.1:1

 

 Un curso de milagros es el libro de mayor sabiduría, sensatez y profundidad que conozco. Es un documento espiritual único, un  texto de autoaprendizaje de elocuente encanto y un alto nivel de sofisticación psicológica. Se trata de un clásico espiritual moderno que muchos consideran la obra más importante desde la Biblia. No cabe duda de que es un libro de los siglos xx y xxi que resulta, al mismo tiempo, sencillo y erudito.

Reclama una manera de ver las cosas completamente diferente, totalmente al margen del reino de lo que llamamos el ego y la visión física. También es un manual práctico por naturaleza, puesto que procura ayudarnos a detener las locas maquinaciones de nuestra mente, sanar los marcos de referencia dañados y recuperar el control de nuestra mente recta. Ayuda al desarrollo de la confianza, de la honradez, de la tolerancia, de la amabilidad, de la dicha, de la indefensión, de la generosidad, de la paciencia y de la fidelidad, además de al desarrollo de una actitud abierta, y mucho más.

Toma el Curso, ábrelo por cualquier página y lee: lo más probable es que la palabra «tú» aparezca en la página. El Curso fue escrito para ti y al leerlo te siente como si hubieras regresado a casa y hablaras con un viejo amigo con quien habías perdido el contacto; el Curso te presenta a alguien que te es muy familiar: tu Ser verdadero.

Una filosofía radical

 Curso constituye una filosofía radical, en el sentido que nos pide que cambiemos por completo nuestra manera de pensar. Nuestra percepción, nos dice, está cabeza abajo y del revés, y debemos dejar de buscar lo interior en el exterior. Hemos de hacer un giro de ciento ochenta grados. En vez de mirar el mundo desde la perspectiva del ego, aprendemos a verlo bajo una nueva luz; en lugar de desde el ego, ahora miramos siempre desde el reino del Espíritu. «Radical» significa ‘raíz’ y el Curso nos lleva hasta el corazón de nuestro principal problema: «las mentes que se deciden por el ego». Llegados a este punto, y únicamente a este punto, podremos enmendar la percepción equivocada, «elegir de nuevo» y emprender el camino que nos lleve a casa.

Vivir el Curso significa dejar de culparnos a nosotros mismos y, por consiguiente y de forma inevitable, dejar de culpar a los demás. Vivir el Curso significa conseguir la libertad frente al castigo, la ira y la condena; libertad frente a la culpa y el miedo. La meta del Curso es la paz y la felicidad, y su objetivo es dirigirnos hacia el Cielo. Coge el Curso, ábrelo por cualquier página, empieza a leer y pronto pensarás: «¡Vaya!

¿Quién ha escrito esto?». Lo que tenemos entre manos es un claro reflejo de la verdad, está escrito de manera muy bella y, si tenemos oído para escuchar, nos resultará impecablemente claro.

 

La simplicidad es algo muy difícil para las mentes retorcidas.

T-14.II.2:3

 

El Curso no intenta enseñar aquello que no puede ser comprendido con facilidad; es simple, directo y franco, y no escatima esfuerzos. La verdad es la verdad y es simple. Lo que no lo es, es el hecho de que nosotros no somos simples: nuestras mentes son enrevesadas. La verdad es constante y nosotros inconstantes. Procuramos dar parte de nuestra lealtad a Dios (amor) y parte al ego (miedo), y caemos a medio camino. 

Las lecciones que te enseñaste a ti mismo las aprendiste con tanto esmero

y se encuentran tan arraigadas en ti que se alzan como pesadas cortinas para nublar lo simple y lo obvio.

T-31.I.3:3-4

Aunque el Curso es sencillo, es fácil leerlo sin comprenderlo o sin la voluntad de aceptarlo. No escuchamos ni comprendemos el Curso porque hemos aprendido las lecciones del ego con tanto esmero y estamos tan acostumbrados a su voz que ni siquiera sabemos que se trata de otra voz: una cargada de razón y sensatez. No oímos el Curso porque no queremos. Cuales niños recalcitrantes, tenemos un problema con la autoridad. De entre nosotros ¿quién quiere escuchar que el ser que hemos creado y el mundo que lo acompaña no son reales? Vivir el Curso implica que voy a tener que apartar por completo la idea de un yo separado e independiente, y ¿quién quiere hacer algo así?

El mundo en el que pareces vivir no es tu hogar.

Y en algún recodo de tu mente sabes que esto es verdad.

LE-182.1:1-2

Imagínate por un momento que existe un dictador, un déspota, un torturador que busca poseer tu mente. Creemos que disfrutamos de libertad, que podemos hacer cuanto queramos y, sin embargo, aquello que llamamos ego puede tomar el control de nuestra mente sin que ni siquiera nos demos cuenta. Aun así, sin importar cuán fuerte sea la seducción, algo perdura en nosotros que dice: «No es cierto. El mundo que ves no es la realidad. Tiene que haber otra manera».

 

La creencia de que hay otra forma de percibir

es la idea más sublime de que es capaz el pensamiento del ego.

Ello se debe a que dicha idea reconoce,

aunque sea mínimamente, que el ego no es el Ser.

T-4.II.4:10-11

 

 

La historia del curso

 El Curso tiene su origen en 1965, con la Dra. Helen Schucman y el Dr. William ftetford, profesores de Psicología médica de la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad de Columbia, Nueva York. Frustrado por la competitividad y las luchas internas que caracterizaban su relación, un día Bill se dirigió a Helen, que era su asistenta, y dijo: «Debe haber otra manera», refiriéndose a que tenía que haber otro modo en el que se pudieran llevar bien sin dar cabida a las críticas desleales, las peleas y los juegos de ego que afectan a tantas oficinas, hospitales, escuelas, empresas, iglesias y familias de todo el mundo. De manera inesperada, Helen le contestó diciendo: «Tienes razón; te ayudaré a encontrarla». Con esta repentina voluntad de abandonar una actitud defensiva nació un punto de vista común encaminado a la sanación. Gracias a la decisión unificada de Helen y Bill de sanar, las semillas del Curso encontraron tierra fértil y echaron raíces.

El 21 de octubre de 1965, mientras apuntaba pensamientos en un cuaderno, Helen escuchó: «Este es un curso de milagros». Imagínate que eres poeta y que empiezas a oír un poema, o que eres compositor y empiezas a escuchar las notas de una canción. No se trataba de escritura automática. Nada ni nadie tomó el control de la mano de Helen para escribir por ella. Fue como si le hablara una voz interior. En un momento dado podía dejar este dictado, contestar el teléfono u ocuparse de cualquier otro asunto y más tarde volver a su escritura como si no se hubiera producido ninguna interrupción. Helen tuvo la extraordinaria capacidad de, simplemente, «apartarse de sí misma» y dejar que el Amor –lo que ahora conocemos por Un curso de milagros– se abriera paso.

Helen estuvo tomando notas durante siete años y completó el Curso en septiembre de 1972. Un texto de más de setecientas páginas explica las enseñanzas del Curso y va acompañado de un cuaderno de ejercicios para estudiantes que consta de 365 lecciones o ejercicios diarios y un Manual para el maestro, de un centenar de páginas. De la misma fuente del Curso recibió dos panfletos: El canto de la oración y Psicoterapia: Propósito, proceso y práctica. En total, estamos hablando de alrededor de medio millón de palabras. El Curso se publicó el 22 de junio de 1976 y desde entonces se han vendido más de dos millones de copias. Está disponible en dieciocho idiomas y actualmente hay varias traducciones más en progreso. La edición en español es la que más se vende después de la publicación en inglés.

Una de las cualidades únicas del Curso es el cuaderno de ejercicios, que consta de 365 lecciones diseñadas para ayudarnos a romper con nuestro hábito de ver el mundo a través del filtro del ego. En todo el Curso no hay más que una norma y esa es no completar más de una lección por día, aunque quizá quieras emplear más de una jornada en alguna de ellas. Lo que hace falta no es rapidez, sino práctica.

En 1973, durante una conferencia patrocinada por la Spiritual Frontiers Fellowship (Hermandad de Fronteras Espirituales), Helen y Bill asistieron a una charla que di sobre misticismo, basada en uno de mis libros: Learning to die (Aprender a morir). Aquella noche me pre- sentaron a ambos y lo único que me dijeron entonces fue que Helen había escrito «un libro inspirador». En 1974, mientras trabajaba en una disertación sobre la relación entre la psicología y la espiritualidad, escribí una carta, que se publicó en el boletín de la Asociación para la Psicología Transpersonal (Association for Transpersonal Psychology), expresando interés por contactar con personas que trabajaran en el campo de la psicoterapia y la espiritualidad. Bill leyó mi carta, recordó que nos habíamos conocido y le sugirió a Helen que se trataba de la oportunidad de acabar de escribir lo que hoy en día conocemos como el Panfleto de Psicoterapia, un documento que había empezado con anterioridad, pero que todavía no había finalizado.

Helen accedió y en abril de 1975 me llamó para decirme que tenía algo para mí. Yo no tenía ni idea de a qué se refería, pero decidí reunirme con ella y con Bill y el Dr. Kenneth Wapnick en el pequeño apartamento que Ken tenía en la East 17th Street, en la ciudad de Nueva York. El pequeño estudio de Ken era uno de los apartamentos más sencillos que había visto hasta la fecha.

Helen se sentó en el sofá cama y me habló del Curso, de cómo se había originado y de qué manera había afectado a los cuatro. Aunque para entonces yo había explorado varias filosofías diferentes —incluyendo la búsqueda de un gurú y un viaje a pie y con mochila a través de la India que realicé en 1971—, prácticamente todo me había dejado a la espera de algo más. Aunque mis colegas me habían causado buena impresión, me preocupaba volver a quedarme con el mismo deseo. Aun así, aquella noche, mientras volvía a casa caminando, pensé que probablemente me acababa de ocurrir lo más importante de toda mi vida. Sin embargo, no estaba en absoluto seguro de qué era eso que había ocurrido.

Más adelante, Ken me visitó en el Seminario Teológico General y yo empecé a patrocinar sus charlas en la ciudad de Nueva York y en los condados de Westchester y Orange, Nueva York. Durante todos estos años, él ha sido para mí un maravilloso hermano mayor. A su vez, Helen se convirtió en una especie de figura materna y fue una guía durante los momentos más difíciles. Me reunía con ella en el apartamento de Judy Whitson o de Ken Wapnick, o hablábamos por teléfono, pues así siempre estaba disponible para mí. En todas las ocasiones supo evaluar mi situación de manera rápida y ofrecer la orientación adecuada. 

 

La voz y el lenguaje del Curso

Durante  la lectura del Curso enseguida queda claro que su voz no es la de una persona corriente. Es evidente que no está escrita por un ego. Tómalo, ábrelo por cualquier página y lee. No trata sobre el pasado, el futuro ni acontecimientos mundanos. En él no existe una razón egoísta por la que expresar ciertas ideas, y la única intención que tiene es ayudarnos a alcanzar la paz interior y, consecuentemente, la suma felicidad.

El Curso es claro, veraz y está lleno de compasión y comprensión. La filosofía persigue la verdad a través de la argumentación; pero a pesar de que su lógica es coherente durante todo el texto, el Curso carece de argumentación. No ofrece «pruebas» de la existencia de Dios, sino que, simplemente, nos recuerda esta verdad. La voz del Curso es Jesús, o el Espíritu Santo, o tu propia voz en tu mejor momento. Es tu Ser, mi Ser, nuestro Ser: un Ser, Dios o Cristo. Proviene de una mente sanada que somos todos nosotros en nuestra mente recta.

 

Es tu voz la que escuchas cuando Él te habla.

LE-125.8:1

El Curso utiliza la frase «Hijo de Dios» para referirse a todos los hijos de Dios. Aunque existen dos géneros, en este mundo no hay división, pues lo que es completo no está dividido. De lo que hablamos es de la humanidad como un todo o, mejor aún, del Espíritu como un todo. Si al leer una frase como «Soy tal como Dios me creó. Su Hijo no puede sufrir. Y yo soy Su Hijo» te resulta más cómodo decir Hija, cámbialo. El objetivo del Curso es ayudarnos a estar en contacto con el Cristo (Ser) que tenemos en nuestro interior.

 […] las palabras no son más que símbolos de símbolos.

Por lo tanto, están doblemente alejadas de la realidad.

M-21.1:9

 

Sólo la verdad es verdadera: una filosofía perenne

 El Curso es una especie de plan de estudios universal (M-4.4:1) y un camino único que está al nivel de la sabiduría de las enseñanzas espirituales más profundas del mundo. Lo que el Curso dice no es nuevo: ¿cómo podría lo eterno ser nuevo? Místicos, maestros, santos y sabios de todo el mundo y todas las épocas han hablado de aquello que está más allá de la percepción. En las filosofías más antiguas del mundo —la doctrina advaita vedanta del hinduismo, el budismo, el gnosticismo, el misticismo cristiano, el sufismo, el idealismo alemán, el Nuevo Pensamiento, el unitarismo, la Ciencia Religiosa, la Ciencia Cristiana y miles de formas más— encontramos temas y representaciones del Curso.

El Curso no es una religión, no hay organización jerárquica que se base en él. No contiene un evangelio y no pretende enviar ningún mensaje al mundo, sino que trata de comunicar ese mensaje al corazón. Retener la mente en el corazón es interiorizar. Permitir que la mente salga hacia el exterior es exteriorizar. Para evangelizar es necesario pensar que uno tiene la razón y que el otro debe ser corregido.

Si las palabras consiguen abrirse paso, entonces el Curso se puede vivir de manera que otras personas también reconozcan la eficacia de su enseñanza y el mundo se transformará de manera sutil y eficaz.

El cambio no llega mediante la revolución sino por medio de la revelación. El Curso es, como su nombre insinúa, un estudio espiritual.

En una religión organizada hay alguien en la cima, alguien en la parte más baja de la pirámide y otros en el centro, además de una serie de juegos de ego y una disputa por los diferentes puestos. El Curso es, sencillamente, el libro de autoayuda por excelencia y puede ser estudiado de manera independiente. Puesto que ello supone curar todas nuestras relaciones, también significa experimentar el Curso con respecto a todas las personas que conocemos.

 

AVISO:

Una vez me dijo un amigo que cuando empezó a ir a Alcohólicos Anónimos alguien le dijo que el programa daría al traste con su hábito de beber. Dicho de otro modo: si seguía en el programa, dejaría de hacerlo. Sigue adelante con el Curso y éste dará al traste con el ego. No queremos nada menos que la iluminación.

 

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Del libro, Vivir Un Curso de Milagros, de Jon Mundydel que trascribo copiando de mi libro en papel

 

Sobre Jon Mundy, Ph.D.

Jon Mundy, Ph.D. es autor, profesor; editor de Miracles Magazine www.miraclesmagazine.org , y Director Ejecutivo de All Faiths Seminary International, en Nueva York. www.allfaithsseminary.org

Profesor universitario retirado, impartió clases de Filosofía, Religión y Psicología de 1967 a 2009 Autor de 10 libros, incluido su libro más reciente, Eternal Life and A Course in Miracles (2016), Lesson 101: Perfect Happiness (2014) Su libro más vendido, Living A Course in Miracles (2011) ahora está en 8 idiomas. 

Conoció a la Dra. Helen Schucman en 1973. Ella, junto con el Dr. Ken Wapnick, le presentaron un Curso de milagros más de un año antes de su publicación. Helen sirvió como consejera y guía de Jon hasta que se enfermó en 1980.

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