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domingo, 3 de enero de 2021

LA MENTE CORRECTA- EL SISTEMA DE PENSAMIENTO DEL ESPÍRITU SANTO - Parte 1 de 3- Kenneth Wapnick

 

Ahora hablaré de cómo el Espíritu Santo nos da un camino perfecto para soltar toda nuestra culpa.

La ira - El perdón

 El Espíritu Santo es muy astuto. Con todo lo astuto que el ego cree que es, el Espíritu Santo le lleva ventaja. Utiliza la misma dinámica de proyección que ha utilizado el ego para crucificarnos y mantenernos en la prisión de la culpa, y le voltea las cartas. Si imaginas la proyección como un proyector de cine, imagina que voy a ser el proyector y que tengo mi propia película de culpa que siempre estoy pasando. Lo que esto significa es que yo proyecto sobre toda la gente de mi mundo mi propia culpa. Proyecto la culpa de mi película hacia las pantallas de estas personas y veo mi propio pecado y culpa en todos los demás.

 La razón por la cual hago eso, repito, es porque estoy siguiendo la lógica del ego que asevera que ésta es la forma para zafarme de mi culpa. Ahora, no hay forma como yo pueda manejar mi propia culpa solo. No hay forma de mirar la culpa a la cara y vivir; sería un pensamiento demasiado  devastador. Pero la misma cosa que el ego ha utilizado para atacarme reforzando mi culpa con  la apariencia de que la suelta-este mismo mecanismo de ubicar mi culpa fuera de mí-me da la oportunidad de soltarla. Ver en ti la culpa a la cual no puedo enfrentarme me da la oportunidad de soltarla. Y eso es el perdón, simple y llanamente. Perdón es deshacer la proyección de la culpa.

 Repito, proyectar la culpa que no puedo manejar y soltarla hacia la pantalla que eres tú, me da la oportunidad de mirarla y decir, ahora la puedo ver en forma diferente. Los pecados y culpa que paso por alto y perdono en ti son realmente los mismos pecados y culpa de los cuales me considero responsable. Esto, entre paréntesis, tiene que ver con el contenido del pecado, no la forma, lo que puede ser bastante diferente. Al perdonarlo en ti lo que estoy haciendo, en efecto, es perdonándolo en mí. Esta es la idea clave de todo el Curso. De esto es realmente de lo que tratan todas estas palabras: proyectamos nuestra culpa hacia otras personas, así que cuando escogemos mirar a esa persona como el Espíritu Santo nos indica que la miremos-a través de la visión de Cristo-eso nos permite cambiar nuestro pensamiento sobre nosotros mismos.

 Lo que he hecho es proyectar mi propia obscuridad en ti para que la luz de Cristo en ti se obscurezca. Al tomar la decisión de decir que no estás en la obscuridad-verdaderamente estás en la luz, que es la decisión de soltar la obscuridad que he colocado en ti-estoy realmente tomando la misma decisión acerca de mí. Estoy diciendo que la luz de Cristo brilla no sólo en ti sino también en mí, y en realidad, es la misma luz. Esto es el perdón.

 Entonces, lo que esto quiere decir es que debemos estar agradecidos por cada persona en nuestras vidas, especialmente aquellas con quienes tenemos más problemas. Las que más odiamos, las que encontramos más desagradables, con quienes nos sentimos más incómodos, son aquellas que el Espíritu Santo nos ha "enviado" y que puede usar para demostramos que podemos escoger otra cosa respecto a aquellos a quienes estábamos tentados de proyectarles muestra culpa. Si esas personas no hubieran estado en la película y en la pantalla de nuestras vidas, no sabríamos que esta culpa está verdaderamente en nosotros. Por lo tanto, no tendríamos la oportunidad de soltarla. La única oportunidad que tenemos de perdonar nuestra culpa y de liberamos de ella es viéndola en alguien más y perdonándola allí. Al perdonarla en esa otra persona la estamos perdonando en nosotros mismos.  Lo que  esto significa es que yo proyecto sobre toda la gente de mi mundo mi propia culpa. Proyecto la culpa de mi película hacia las pantallas de estas personas y veo mi propio pecado y culpa en todos los demás. Repito, en esas  pocas líneas está la suma y substancia de Un curso en milagros.

 Entonces, el perdón puede ser resumido brevemente en tres pasos básicos. El primer paso está en reconocer que el problema no está allá fuera en mi pantalla. El problema está dentro, en mi película. El primer paso dice que mi furia no está justificada, aun cuando siempre me dice que el problema está fuera de mí en ti, y que tú debes cambiar para que yo no tenga que cambiar. Así, el primer paso dice que el problema no está fuera, que más bien está dentro de mí. La razón por la cual este paso es tan importante se debe a que Dios colocó la Respuesta al problema de la separación dentro de nosotros; el Espíritu Santo no está fuera de nosotros, el Espíritu Santo está dentro de nosotros, en nuestra mente. Al sostener que el problema está fuera de nosotros, lo que hace la proyección, estamos manteniendo el problema alejado de la respuesta; esto es exactamente lo que quiere el ego, porque si el problema del ego lo resuelve el Espíritu Santo entonces no hay más ego.

 El ego es muy engañoso y sutil al hacernos creer que el problema está fuera de nosotros, bien sea en otra persona-nuestros padres, maestros, amigos, esposos, hijos, el presidente-o en la bolsa de valores, el clima, hasta en Dios Mismo. Somos muy buenos para ver el problema donde no está, de manera que su solución se mantenga alejada. Pero el primer paso hacia el perdón, repito, es admitir que el problema no está en ti, el problema está en mí. La culpa no está en ti, está en mí mismo. El problema no está en esa pantalla donde lo proyecté; más bien está en la película que está dentro de mí, la cual es una película de culpa.

Ahora el segundo paso, que es el más difícil, el paso que todos en el mundo quisiéramos evitar, consiste en manejar esta película, nuestra propia culpa. Eso, repito, es por qué tenemos una inversión tan fuerte en justificar y nutrir esta ira y ataque, y en ver al mundo dividido en buenos y malos. Mientras hagamos eso no tendremos que manejar este segundo paso, que es mirar nuestra propia culpa y todos los sentimientos de odio que tenemos hacia nosotros mismos.

 En el primer paso digo que mi furia es una decisión que tomé para proyectar mi culpa. Ahora en el segundo paso digo que esta misma culpa también representa una decisión. Representa la decisión de verme culpable en vez de libre de culpa. Más bien, debo reconocer que soy un Hijo de Dios en vez de un hijo del ego, que mi verdadero hogar no está en este mundo sino en Dios. No podemos hacer esto en tanto no miremos nuestra culpa y admitamos que esto no es lo que realmente somos. No podemos decir esto mientras no miremos a alguien más y digamos, "Tú no eres lo que hice de ti; tú eres realmente lo que Dios creó."

 El Curso tiene pasajes muy poderosos que tratan justamente sobre lo aterrador que es este paso. Un falso concepto que tiene la gente, especialmente cuando ve Un curso en milagros por primera vez, es que piensa que todo esto es lindo y fácil. El Curso te confunde si no tienes cuidado. En un nivel habla acerca de lo sencillo que es; cómo realmente todos estamos en casa con Dios "soñando con el exilio" (T-10.1.2:1); cómo todo esto terminará en un instante si simplemente cambiamos nuestras pensamientos, etc. Entonces lo que sucede es que vemos estos pasajes y  olvidamos los otros que hablan sobre el terror que acarrea este proceso; la incomodidad, resistencia y conflicto que surgirán cuando empecemos a dar estos pasos para manejar nuestra culpa.

 Nadie puede soltar al ego sin manejar su culpa y su miedo, porque eso es el ego. Jesús dijo en el evangelio: "El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío" (Lc 14:27) A esto es a lo que él se refiere. Tomar la cruz es manejar nuestra propia culpa y miedo para trascender el ego. No hay forma de que uno pueda pasar por este proceso sin la dificultad y el dolor que esto implica. Ahora, esta no es la Voluntad de Dios para nosotros; es nuestra propia voluntad puesto que nosotros la forjamos. Fuimos nosotros quienes hicimos la culpa, por consiguiente, antes que podamos soltarla primero tenemos que verla, y esto puede ser muy doloroso.

 Así que el segundo paso es estar dispuesto a mirar nuestra culpa y admitir que nosotros la hicimos, que la culpa no representa el regalo de Dios para nosotros sino nuestra decisión de vernos como Dios no nos creó. Esto es vemos como hijos de la culpa en vez de hijos del Amor. Un curso en  milagros es bien claro al hacer énfasis en que debido a que hicimos la culpa no somos nosotros quienes  la podemos deshacer. Necesitamos ayuda externa al ego para poder deshacerla. Esta ayuda es el  Espíritu Santo. Y lo único que podemos escoger es invitar al Espíritu Santo para que corrija el sistema de pensamiento del ego y que nos quite la culpa. Este es el tercer paso. El segundo p;paso, en realidad, le dice al Espíritu Santo: "Ya no quiero verme culpable; por favor quítame la culpa."

 El tercer paso le pertenece al Espíritu Santo y El sencillamente quita la culpa porque, en realidad, ya la ha quitado. El único problema es que nosotros lo aceptemos.

 Así, replanteando los tres pasos: El primer paso deshace la ira proyectada al admitir que el problema no está fuera de mí; el problema está dentro de mí. El segundo paso dice que el problema que está dentro de mí es uno que yo forjé y que ya no quiero. El tercer paso se toma cuando se lo entregamos al Espíritu Santo y Él se hace cargo del mismo. Estos pasos suenan muy lindos y sencillos, pero si tienes suerte los darás en una vida. No debes creer que esto se hará de la noche a la mañana. Algunas personas tienen una esperanza mágica de que una vez terminan el libro de ejercicios para estudiantes en un año estarán en el Reino.

 Bueno, eso está bien hasta que llegas al final del libro de ejercicios para estudiantes y lees: “Este curso es un comienzo y no un final" (L-pl.ep.1:1). El propósito del libro de ejercicios para  estudiantes es encaminarnos por el camino correcto, ponernos en contacto con el Espíritu Santo, y de ahí en adelante operar con El. Es trabajo de toda una vida deshacer nuestra culpa, y la razón de ellos es  que la culpa en nosotros es tan enorme que si nos enfrentáramos a ella de una vez sería tan abrumador que creeríamos que vamos a caer muertos, o a enloquecer. Por lo tanto, tenemos que  manejarla por partes. Las distintas experiencias y situaciones que comprenden nuestras vidas se pueden utilizar como parte del plan del Espíritu Santo para llevarnos de la culpa a ser libres de culpa.

 

Continúa...

 

Del libro Una Introducción Básica a Un Curso de Milagros de Kenneth Wapnick

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