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domingo, 3 de enero de 2021

EL SISTEMA DE PENSAMIENTO DEL ESPÍRITU SANTO – El significado de los milagros-Parte 3 de 3 y Final

El significado de los milagros

 Debo decir algo acerca de los milagros, puesto que ese es el nombre del libro. Esa es otra de las palabras que se utilizan de manera diferente. El Curso utiliza la palabra "milagro" simplemente para significar corrección, el suprimir una percepción falsa. Es un cambio de percepción, es perdón, es el medio para la sanación. Todas esas palabras son básicamente lo mismo. No tiene que ver con nada externo. Un llamado milagro en términos de algo externo, como caminar sobre el agua o una sanación externa, es sólo un reflejo del milagro interno. Un milagro es un cambio interno. Una de las líneas más hermosas en el Curso que te dice exactamente lo que es un milagro, como lo define el Curso, es: "El más santo de todos los lugares de la tierra es aquel donde un viejo odio se ha convertido en un amor presente" (T-26.1X.6: 1). Eso es un milagro. Cuando repentinamente cambias de una percepción de odio hacia alguien a mirarlo con amor, eso es un milagro. Es un cambio en la percepción; es una corrección de la forma cómo el ego mira a cómo mira el Espíritu Santo.

 Es por esto que éste es un Curso de Milagros; nos dice cómo hacer esto. Habla acerca de cómo cambiar nuestro pensamiento: no cambiamos al mundo, cambiamos nuestro pensamiento acerca del mundo. No buscamos cambiar a otra persona; cambiamos la forma cómo miramos a esa persona. Entonces, el Espíritu Santo trabajará a través de nosotros para hacer lo que Él piense que es mejor. Es un cambio en la mente con el cambio de la percepción. Eso es lo que es un milagro, y esa es la meta del Curso.

Permítanme ahora hablar un poquito acerca del papel de Dios y del Espíritu Santo en esto. Una de las cualidades importantes de Un curso en milagros es que es un libro religioso. No es simplemente un libro de auto-ayuda, o un sólido sistema psicológico, que desde luego también lo es. Además es un libro profundamente religioso. Sus aspectos religiosos están centrados en dos puntos de vista. El primero es que sin Dios no nos queda más que el ego. A menos que sepamos que hay un Dios que nos creó, cuyos Hijos somos nosotros, no podremos deshacemos de cualquier imagen o percepción que tengamos sobre nosotros mismos, la cual siempre será algún vástago del ego. El verdadero perdón es imposible a menos que primero se nutra con la creencia de que somos invulnerables. En otras palabras, no podemos ser heridos por nadie o nada en el mundo; tal creencia es imposible a menos que sepamos que hay un Dios que nos creó y que nos ama. Así que ésta es la base de todo el sistema de pensamiento que nos está ofreciendo el Espíritu Santo, tal como lo expresa el Curso.

La segunda parte de la importancia de Dios en todo esto es un poco más práctica. El verdadero perdón es imposible sin el Espíritu Santo. Esto es cierto desde dos puntos de vista. Primero es que no somos nosotros quienes perdonamos; no somos quienes deshacemos la culpa. Estrictamente hablando, cuando Un curso en milagros habla de perdón está realmente hablando de la decisión que tomamos de permitir que el perdón del Espíritu Santo ocurra a través de nosotros. En y por nosotros mismos nunca podemos perdonar porque en y por nosotros mismos, al menos en este  mundo, somos el ego. No podemos cambiar un sistema de pensamiento desde el mismo sistema  de pensamiento. Necesitamos ayuda de fuera de ese sistema de pensamiento; ayuda que entre en el sistema de pensamiento y luego lo transforme. Esa ayuda de fuera del sistema de pensamiento del ego es el Espíritu Santo. Así que Él es Quien perdona a través de nosotros.

 Lo segundo es aún más importante y contestará un número de preguntas que se ha hecho la gente. Este proceso del perdón es la cosa más difícil en el mundo por lo que casi nadie lo hace y por lo que todo el concepto de perdón que dio Jesús fue tan amargamente mal comprendido. La razón es que cuando verdaderamente perdonamos, tal como lo expone el Curso, estamos realmente soltando nuestra propia culpa. Nadie que se identifique con el ego quiere hacer esto. Sin la ayuda de Dios no hay forma cómo podamos superar algunos de los problemas de culpa más profundos que enfrentamos.

 Si piensas en el tiempo como un continuo, una alfombra sería una imagen muy útil para describir este proceso. Cuando ocurrió la separación, esta alfombra del tiempo se desenrolló y desde entonces hemos estado caminando sobre ella alejándonos de Dios. Mientras más nos alejamos de Dios, más profundamente nos envolvemos con el mundo y los problemas de culpa y pecado. En algún punto, cuando le pedimos al Espíritu Santo que nos ayude empezamos a invertir este proceso y empezamos a caminar hacia Dios. Varias de las secciones más interesantes del Curso hablan acerca del tiempo. Estas son bastante difíciles de comprender porque todavía estamos atascados en él. En un punto dice que el tiempo parece que va hacia adelante pero realmente está yendo hacia atrás al punto donde comenzó el tiempo (T-2.II.6; M-2.3; 4:1-2). Aquí es cuando ocurrió la separación. Todo el propósito de la Expiación es el plan del Espíritu Santo de deshacer el ego. Este plan está enrollado en esa alfombra del tiempo. El ego quiere que la desenrollemos más y más, mientras que el Espíritu Santo quiere que la enrollemos hacia el principio.

A medida que la enrollamos, que es lo que hacen el perdón y el milagro, nos acercamos a la base misma del sistema del ego. El puro comienzo de la alfombra es el nacimiento del ego, que es el hogar del pecado y la culpa. Esta es la parte más profunda del sistema del ego. Si piensan en la imagen del témpano de hielo que mencioné antes, el puro fondo del témpano es el núcleo de la culpa que todos sentimos.

 A medida que nos acercamos a la culpa y al miedo, de los cuales hemos estado escapando toda una vida nos vamos aterrorizando. Esta culpa es la cosa más devastadora y aterradora en el mundo. Es por esto que el proceso es lento y por qué debemos ser pacientes mientras lo practicamos. Si vamos demasiado rápido no estaremos preparados para la avalancha de culpa que nos caerá encima. Si miramos los dos últimos párrafos del primer capítulo del texto (T 1.Vll.4-5), leemos sobre la necesidad de ir muy lenta y cuidadosamente a través del material, incluyendo los primeros cuatro capítulos. Si no lo hacemos, no estaremos preparados para lo que vendrá más tarde, y le cogeremos miedo. Aquí es donde la gente tira el libro.

 Tenemos que trabajar lentamente con este material en nosotros mismos, por no mencionar el Curso mismo, porque de lo contrario nuestro miedo aumentará a un grado mayor del que podemos manejar. Así que cuando nos acercamos a la base del sistema del ego nos irá dando más miedo de la culpa que está enterrada allí.

Un curso en milagros enseña que la meta de este proceso de deshacer nuestra culpa no es despertar totalmente del sueño sino vivir en el "mundo real" Así, a medida que nuevamente se enrolla la alfombra, alcanzamos eventualmente un estado mental donde no hay culpa alguna que proyectar, y por lo tanto nos mantenemos en paz todo el tiempo, no importa lo que esté sucediendo en el mundo externo. El "mundo real" es este estado mental, y es un concepto que refleja la gentileza del camino del Curso. El texto lo dice, "Dios quiso que él despertara suave y felizmente, y le dio los medios para despertar sin temor" (T-27.V11. 113:5).

 Una de las cosas que me preguntan frecuentemente es cómo yo hablo sobre el perdón a personas que no creen en Dios. Tuve ocasión justo en esta semana de dirigirme a personas mayores en un hogar para ancianos donde mi madre presta trabajo voluntario. Esta es una organización judía, pero la mayoría de la gente allí no es realmente religiosa como diríamos nosotros. Hablé sobre el perdón, que es de lo que siempre hablo. Fue un reto interesante. Traté de no mencionar demasiado a Dios, puesto que hubiera alejado aún más a la gente. Pero es muy difícil hablar sobre el perdón sin traer a Dios al tema, porque sin Dios no se puede lograr el verdadero perdón.

 Las etapas tempranas del proceso del perdón pueden ser logradas por todos, porque siempre se nos puede enseñar a ver la gente en forma distinta. Pero a medida que penetramos en algunos  los problemas realmente difíciles en nuestra vida, que en esencia son problemas de perdón, tenemos que saber que hay Alguien con nosotros que nos ama. Pero esa Persona no es nosotros mismos. Esa Persona es el Espíritu Santo, o Jesús, o cual fuere el nombre que escojamos darle. Sin Su ayuda tendríamos demasiado miedo para seguir adelante el resto del camino; estaríamos dispuestos a ir hasta cierto punto solamente. Así que el Espíritu Santo no es sólo nuestro Guía y nuestro Maestro, sino también nuestro Consolador.

 El ego nos atacará y se pondrá vicioso justo cuando seguimos al Espíritu Santo. Recuerden que para el ego los no culpables son culpables. Cuando traicionamos al ego y empezamos a escoger la no culpabilidad en vez de la culpa, el ego nos lo dejará saber con espadas. Es por esto que el Curso dice que las emociones del ego varían desde la suspicacia hasta la perversidad (T-9.VII.4:7).Cuando realmente empezamos a tomar al Espíritu Santo en serio el ego se torna absolutamente vicioso. Aquí es cuando las cosas parece que se ponen difíciles.

 Estoy hablando sobre esto como un principio abstracto pero a medida que lo experimentamos  no se hace abstracto. Puede ser la cosa más devastadora, poderosa y dolorosa que jamás  experimentemos. Repito, no podremos superarlo a menos que sepamos que hay Alguien con  nosotros que nos habla de la verdad y el amor y que nos ve en forma distinta. Simplemente botaremos el libro, nos esconderemos bajo la cama y no saldremos de allí. O correremos en dirección contraria. Es por esto que el proceso tiene que hacerse despacio y por qué somos guiados cuidadosamente. El plan de la Expiación ha sido esmeradamente elaborado para cada uno de nosotros, lo que explica los tiempos variables que nos toma completarlo. Un curso de milagros explica que el currículo de la Expiación es individualizado (M-29.2:6), lo que quiere decir que el Espíritu Santo corrige todas las formas específicas en las que nosotros como individuos hemos manifestado nuestro error compartido de la separación. No somos nosotros quienes hacemos este plan de estudios. Ni siquiera comprendemos lo que es el plan en verdad. Definitivamente no lo ejecutamos por nosotros mismos. Por lo tanto, es importante que no nos confundamos con Dios, porque si lo hacemos no habrá a quien recurrir cuando el trayecto se ponga duro.

 Aunque es verdad que el Curso dice que el Espíritu Santo siempre "enviará" gente para ayudarnos, el propósito último de estas personas es guiamos para que sepamos que la Persona que más nos puede ayudar está dentro. Gracias a Dios que hay personas que pueden tomar nuestra mano y darnos sostén; sin embargo, la Fuente fundamental de consuelo siempre emanará de adentro, pues es allí donde Dios ha puesto la Respuesta. Debo hacer énfasis nuevamente en que este es un proceso lento. Si vamos demasiado rápido el miedo se tomará abrumador antes de que hayamos desarrollado suficiente confianza en nosotros o en Dios. La confianza en nosotros está realmente en saber que el Espíritu Santo está allí para prestarnos su apoyo. A medida que progresamos y practicamos todas nuestras lecciones diarias empezamos a reconocer que todos los milagros y cambios que están ocurriendo no los hacemos nosotros. Ocurren a través de nosotros, pero no los hacemos nosotros. Hay Alguien que nos está ayudando a lograrlo.

 Una de las cosas que Un curso en milagros hace bien clara es la importancia de  desarrollar una relación personal con Jesús o con el Espíritu Santo. Desde el punto de vista funcional no importa a quien escojas. Ambos operan como nuestros Maestros internos, y el Curso Los usa a ambos alternadamente. Cuando el Curso hace énfasis en la necesidad de esta relación personal con nuestro Maestro interno no habla del Espíritu Santo como un Ser abstracto. Habla de El como una Persona y utiliza el pronombre "Él". También con frecuencia habla de Él como una expresión del

Amor de Dios por nosotros. Esto también es verdad cuando Jesús habla sobre su propio papel. Por

lo tanto, el Curso quiere que desarrollemos el sentido de que hay Alguien dentro de nosotros, no una  fuerza abstracta, sino una persona real que nos ama y que nos ayudará. Si no tenemos este sentimiento de seguridad nos detendremos de pronto en la búsqueda de nuestra meta porque el miedo será demasiado abrumador. Si no tienes aún esta experiencia personal del Espíritu Santo no  te aterrorices. Sólo ten paciencia y aparecerá de por Sí. Es suficiente saber que hay Alguien ayudándote, ya sea que lo sientas o que simplemente lo sepas intelectualmente Él se te presentará  en la forma que mejor puedas aceptarlo. La forma no es importante. Lo que importa, sin embargo, es el conocimiento de que hay Alguien contigo que no eres tú. Él está en ti pero no es Tú, viene de una parte tuya que no es tu ser egoico.

Así que repito, si vamos bien y algo empieza a martillamos en la cabeza, probablemente sea una buena señal. Indica que el ego se ha asustado. Entonces el ego tratará de hacemos dudar de la Voz que hemos estado escuchando. Tratará de hacemos dudar del Curso y tratará de hacemos dudar de todo lo que hemos estado aprendiendo y que ha estado funcionando. Por lo tanto, debemos esperarlo pero no tratar de forzarlo. Pero cuando ocurra el ataque del ego sabremos lo que es y resulta muy útil poder reconocer al ego por lo que es. Repito, el ataque del ego viene justo cuando pensamos que nos estamos librando de él, así que recuerden esto cuando las cosas se pongan duras. Esto no quiere decir, en modo alguno, que todo sea una farsa. Significa que nos hemos asustado, lo que quiere decir que nuestro ego se ha asustado. En ese momento debemos hacernos a un lado y pedir ayuda al Espíritu Santo para mirar nuestro miedo. Entonces podemos mirar el ataque del ego y darnos cuenta de que esto no es lo que parece.

 Hay una sección importante llamada "Por encima del campo de batalla" (T -23.1V) en la que se nos pide que nos elevemos por encima de nosotros mismos, por encima del campo de batalla, y miremos lo que está sucediendo. Desde esa perspectiva veremos las cosas en forma distinta. Pero si permanecemos en el medio, todo lo que veremos será una gran cantidad de dolor, muerte y culpa. Si podemos elevar nuestro punto de vista para mirar el campo de batalla del ego entonces lo veremos en forma distinta. Veremos que es sólo nuestro ego saltando para arriba y para abajo, y veremos que esto realmente no tiene importancia. Este proceso toma tiempo. No debemos esperar que suceda de la noche a la mañana. Pero cuando suceda al menos reconoceremos que se trata sólo de nuestro ego causándonos dificultades. Esta no es la realidad. La realidad es que hay un Dios que nos ama.

No luches contra ello. Cuando luchas contra ello estás haciendo el problema real. Así que lo que tienes que hacer es hacerte a un lado, mirarlo y reírte. Hay varios lugares en el Curso donde nos dice que debemos reímos del ego. En un lugar dice que este sueño que creemos que es el mundo es un sueño que empezó cuando el Hijo de Dios se olvidó de reír (T 27.VIII.6:2-3).

Si podemos reírnos del mundo y del ego éste desaparecerá como problema. Lo peor que podemos hacer es luchar contra el problema puesto que lo hace real. Sin embargo, ciertamente esta risa no es burlona, ni tampoco debe pensarse que la misma fomenta la indiferencia hacia el problema básico de la separación.

 Kenneth Wapnick

 

Del libro Una Introducción Básica a Un Curso de Milagros de Kenneth Wapnick

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