La Sección IV, "Esto no es necesario", da una muy clara descripción de la vigilancia mental. La primera frase es lo que no queremos reconocer: "Si no puedes oír la voz de Dios, es porque no eliges oírla". Esta elección de no oír es lo que estamos intentando descubrir. Y "que tú escuchas la voz de tu ego queda demostrado por tus actitudes, tus sentimientos y tu comportamiento" (T, p. 57; T-4.IV.1:2). Para ver esto, también, es para lo que estamos observando. Estamos vigilando nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestro comportamiento para darnos cuenta de las formas en que escuchamos al ego.
Más adelante, en la misma Sección IV de este capítulo, Jesús dice que ha hablado del ego como si fuera real porque "era necesario persuadirte de que no puedes desecharlo un poco, y debes comprender en qué gran medida de tu sistema de pensamiento está dirigido por el ego" (T, p. 61; T-4.VI.1:3,4). Esto es lo que Jesús nos está pidiendo que observemos: hasta qué punto nuestro pensamiento está dirigido por el ego. No comprendemos lo que hemos estado haciendo porque el ego es hábil en ocultarse a sí mismo. "¿Cómo puede mantener la trampa de su existencia excepto con espejos?" -(T, p.57; T-4.IV.1:7). El ego tiene que engañar, distraer y desenfocar nuestra atención para mantener su existencia. Esto es exactamente por lo que tenemos que observar nuestras mentes, vigilarlas cuidadosamente, ser dolorosamente honestos con nosotros mismos, y hacer un esfuerzo serio para ello. ¡No es fácil!
En el párrafo 2, el Curso especifica qué es lo que se nos está pidiendo, lo que estoy denominando "vigilancia mental". Comienza recordándonos que no se nos está pidiendo cambiar nuestra mente. Es nuestra mente la que está escuchando al ego y eligiendo no escuchar al Espíritu Santo. Podemos cambiar esto, aunque podemos pensar que no podemos. Aquí el Curso traza un proceso que vamos a seguir, un proceso en el que veo cinco pasos. (Los cinco puntos están sacados del T-4.IV.2:1-9 o de la página 57 de la primera edición original en inglés; en lo que sigue, utilizo únicamente los números de frase como referencias).
1- Sé consciente de tu estado de ánimo.
"Cuando tu estado de ánimo te diga que has elegido de forma equivocada, y esto es así siempre que no estés alegre...".
El Curso nos pide empezar por ser conscientes de nuestro humor y sentimientos. En el momento en que notemos una falta de alegría, algo falta. Hemos hecho una elección equivocada en nuestras mentes, y el resultado es un estado de falta de alegría. Nuestros ánimos y sentimientos nos sirven de "sistemas de alarma inmediata". Son una alarma que se dispara diciéndonos que hemos hecho una elección equivocada. Un sentimiento de escasa alegría es un indicador de que necesitamos prestar atención a nuestras mentes y cambiarlas.
2- Sabe que esto no es necesario.
El segundo paso, una vez que nos hemos hecho conscientes de nuestros sentimientos y dado la alarma, es reconocer o saber que "esto no es necesario" . La alegría siempre es posible. Estos estados de ánimo de depresión, ansiedad, o cualquier otro por el estilo, no son inevitables. No nos asaltan misteriosamente por accidente. No se imponen a nuestra mente por algún poder externo. "En cada caso" -fíjate en esto: en cada caso; no hay excepciones- "tú has pensado de forma errónea acerca de algún hermano que Dios creó y estás percibiendo imágenes que tu ego elabora en un cristal oscuro".
¿Qué es lo que hemos hecho? Hemos pensado de forma equivocada. Algo falta en nuestra mente. No es algo fuera de nosotros; es algo que está en nuestra mente. Concretamente, hemos pensado erróneamente acerca de un hermano que Dios creó. Puede ser que estemos pensando erróneamente acerca de otra persona; o de nosotros mismos. Pero en cada caso estamos teniendo pensamientos equivocados acerca de alguna creación de Dios. Estamos viendo esa creación como algo menos de lo que Dios hizo que fuera. ¡Esto, y sólo esto, es la fuente de nuestra falta de alegría!
Cuanto más practico el Curso, más encuentro que puedo detenerme antes de que las cosas se pongan realmente feas. Solía necesitar algo como una importante depresión o el pánico total para despertar al hecho de que algo iba mal. Ahora, estoy empezando a reconocer pistas mucho menos elocuentes y a responder a ellas. Cada vez que mi dicha no es completa (como ocurre aún la mayor parte del tiempo), puedo hacer algo al respecto si lo deseo.
Puesto que son nuestros pensamientos incorrectos los que están causando nuestra falta de alegría, la buena noticia es que podemos cambiar esos pensamientos. "Esto no es necesario". Si el problema es reaccionar con una falta de amor, la respuesta es simplemente elegir dar el amor que falta. Hay algo que podemos hacer acerca de la situación: podemos cambiar nuestros pensamientos.
3- Piensa acerca de tus pensamientos.
El tercer paso comienza con la acción correctiva: Piensa honestamente qué has pensado que Dios no hubiera pensado, y qué no has pensado que Dios hubiera pensado (T, p.57; T-4.IV.2:4)
En otras palabras, pensar acerca de nuestros pensamientos. Pensar erróneamente fue la causa de nuestra pérdida de alegría, por lo tanto, piensa acerca de qué pensamientos equivocados pueden haber sido.
Hay dos formas en que nuestros pensamientos pueden desviarse del blanco: positiva y negativamente. Positivamente, podemos aceptar algunos pensamientos ego como nuestros. Podríamos estar teniendo un pensamiento de ataque, o meditando sobre un agravio. Podríamos estar pensando en nosotros mismos como indignos. De alguna manera, nos estamos percibiendo a nosotros mismos o a un hermano como algo menos que una perfecta creación de Dios.
O nuestro error puede ser negativo, uno de omisión más que de comisión. Podemos estar reteniendo el amor, fracasando en responder amorosamente a nuestra propia necesidad de un hermano.
Me estoy encontrando con que tengo una gran resistencia a hacer esto. No es difícil entender qué nos está pidiendo el Curso, pero a veces parece difícil hacerlo. No quiero admitir que mis pensamientos pueden ser la causa de mi infelicidad, más que las causas externas a las que les he estado echando la culpa. No obstante, estoy empezando a aprender que, cuando lo admito, encuentro más paz.
4- En busca de lo que hemos hecho.
Este paso es, en un sentido, la lógica continuación del paso anterior. Después de pensar acerca de cuáles han sido nuestros pensamientos equivocados, podemos buscar en nuestra mente qué es lo que hemos hecho o dejado sin hacer como resultado de esos pensamientos. A mí esto me parece diseñado para reforzar mi conocimiento de los efectos de mis pensamientos, para hacerme consciente de cómo han afectado mis pensamientos a la situación.
Este paso, bajo la guía del Espíritu Santo, puede facilitarme algunas pistas acerca de qué puedo hacer en el siguiente paso cuando he cambiado mi mente.
5- Cambia tu mente para pensar con la Mente de Dios.
El siguiente paso queda establecido de forma muy sencilla: cambia tu mente para pensar con la Mente de Dios. La idea de cambiar nuestra mente, o elegir de nuevo, es uno de los principales temas del Curso. La última sección del Texto se titula "Elige de nuevo". Dice: "Siempre eliges entre tu debilidad y la fuerza de Cristo en ti" (T, p. 620; T-31. VIII.2:3). "En cada dificultad, en toda angustia, y en cada duda, Cristo te llama y de dice gentilmente, 'Hermano mío, elige de nuevo'" (T, p.620; T-31. VIII.3:2).
Cuando oye esto, la mayoría de la gente se encuentra preguntándose: "Pero, ¿cómo lo hago?". La respuesta más común del Curso es que no tenemos que preocuparnos con el cómo, sólo tenemos que desear hacerlo. Esto nos dice que cuando elegimos cambiar nuestras mentes, con el mínimo esfuerzo, el Espíritu Santo añade Su fuerza a la nuestra y hace que nos sea posible llevarlo a cabo.
Para mí, lo que siempre parece funcionar, finalmente, es sencillamente hablarle al Espíritu Santo. Le digo exactamente qué me está ocurriendo; qué estoy pensando; cómo me siento; lo imposible que parece todo el asunto; y que no sé qué hacer al respecto. Para cuando he terminado de hablar, mi mente, de alguna manera, ha cambiado. No puedo decirte cómo funciona, pero funciona.
El Espíritu Santo sabe perfectamente lo difícil que nos parece el cambio de mentalidad. él nos dice, "Puede parecer duro, pero es mucho más fácil que tratar de pensar en contra de ello" (T, p.57; T-4.IV.2:6); es decir, más fácil que tratar de pensar en contra de la Mente de dios. Y lo explica algo más ampliamente:
Tu mente es una con la Mente de Dios. Negar esto y pensar de otra manera ha mantenido tu ego intacto, pero ha escindido, literalmente, tu mente.
Para pensar en contra de Dios tenemos que ir contra nuestra propia naturaleza. El Curso nos dice, frecuentemente, que seguir la verdad o vivir en el amor es mucho, mucho más fácil que vivir en el ego porque amor es lo que nosotros somos. No puede ser duro ser lo que somos; ¡lo puede haber nada más duro que ser lo que no somos!
Únicamente la vigilancia mental nos liberará de los errores de nuestro ego.
Estos son los pasos del proceso de la Vigilancia Mental:
Sé consciente... Sabe... Piensa... Busca... Cambia...
No Necesitamos La Ausencia De Vigilancia
Guarda tu mente de las tentaciones del ego, y no te dejes engañar por él. No te ofrece nada (T, p.57f; T-4.IV.6:1, 2)
El Curso nos está pidiendo abandonar la elección activa a favor del ego, elecciones que hemos pedido esconder a nuestra memoria. Dice que la mente es capaz de centrarse, elevándose por encima de nuestra fatiga, y sanarse a sí misma y a otros. Dice que lo sabremos con respecto a nuestras mentes cuando dejemos de prestar atención al ego.
Jesús dice: "no estás lo suficientemente en guardia contra las demandas del ego como para desapegarte por ti mismo" (T, p.58; T-4.IV.6:4). Y repite de nuevo: "Esto no es necesario". En este caso, él no está hablando acerca de una manifestación concreta del ego, como tristeza, culpa o ansiedad. Está hablando acerca de todo el asunto de nuestra falta de vigilancia. Nuestra falta de vigilancia no es necesaria. Es algo que podemos cambiar, y es algo que se nos va a pedir que cambiemos.
Debemos Inscribirnos En El Curso
T-4.IV.7:1 nos dice que "El hábito de comprometernos con Dios y Sus creaciones se hace fácilmente". Aunque no nos parece fácil, ciertamente. ¿Por qué no?
El hábito se forja fácilmente "... si tú, de forma activa, te niegas a que tu mente se escabulla". "De forma activa" implica que debemos hacer un esfuerzo consciente; debemos actuar. Demasiado a menudo somos pasivos en vez de activos; permitimos que nuestra mente "se escabulla". El desarrollo de un hábito de "compromiso con Dios y con Sus creaciones" es lo que perseguimos, y desarrollar un hábito requiere práctica regular, consciente. Estamos acostumbrados a ser pasivos. Para desarrollar un hábito de "compromiso con Dios" debemos llegar a estar activamente implicados en nuestro proceso mental. Debemos inscribirnos en el curso.
Puede que pensemos que no podemos concentrarnos, pero se nos dice:
“El problema no es de concentración; es la creencia de que nadie, incluido tú, es consecuente con ese esfuerzo. Acompáñame constantemente contra esta decepción, y no permitas que esa vieja creencia te eche para atrás. Los descorazonados son inútiles para sí mismos, pero únicamente el ego puede estar descorazonado”.
Cuando permanecemos pasivos, ni siquiera participamos en la carrera; tropezamos en la puerta de salida. Tropezamos con la idea de que el esfuerzo no vale la pena. Toma nota de que no requiere esfuerzo. Probablemente tenemos alguna idea del gran esfuerzo que conllevaría controlar con nuestro sistema de pensamiento de esa manera, y el triste hecho es que no creemos que valgamos ese esfuerzo. Tenemos tan pobre opinión de nosotros mismos que pensamos que no seremos capaces de llevarlo a cabo, o que no pensamos que nuestro Ser merezca esa molestia. ¡Qué pensamiento tan "raído"! Si estamos descorazonados al principio somos inútiles para nosotros mismos. Esto es un "engaño", obviamente un engaño del ego para impedirnos siquiera intentarlo. No permitamos que el desánimo nos haga dar marcha atrás, y tomemos partido por el Espíritu Santol en contra de ese desánimo.
Cuando me sorprendo yendo a la deriva por unas horas o unos días, sin prestar atención o sintiéndome vagamente desanimado, he llegado a reconocer que, en alguna parte, por alguna razón, he debido decidir que no valgo el esfuerzo. Lo que me devuelve a la práctica es la comprensión de que ¡realmente sí merezco el esfuerzo! Yo merezco vivir en la alegría, y la Voluntad de Dios para mí es la perfecta felicidad.
No aceptes nada que sea menos que esto, y rechaza como meta cualquier cosa que no sea esto. Vigila estrechamente en tu mente cualesquiera creencias que impida su realización, y apártate de ellas. Juzga lo bien que lo has hecho según tus sentimientos, porque ése es el único uso correcto del juicio (T, p.58; T-4.IV.8:4-6).
Jesús me dice que controle mis sentimientos. Puedo preguntarme a mí mismo, "¿Soy dichoso?" Si no lo soy, puedo comprometerme activamente en el proceso que se ofrece aquí. Sé que esto no es necesario; pienso acerca de mis pensamientos; busco mis acciones; y cambio mi mente. Así es como yo juzgo en contra del ego; así es como llego a identificarme con mi Ser tal y como Dios me creó.
En el decimoprimer párrafo, el Curso nos asegura que podemos y que lo haremos. él dice:
No estoy equivocado. Tu mente elegirá unirse a la mía, y juntos somos invencibles (T, p.59; T-
4.IV.11:4,5)
La vigilancia mental es una lección que podemos aprender. Si el Espíritu Santo nos pide que la aprendamos, eso significa que podemos aprenderla. Si nos pide que la aprendamos, nos mostrará cómo hacerlo. ¡Nosotros valemos el esfuerzo! Y las recompensas son tales experiencias de paz y dicha que nunca querremos volver a ocultarnos tras nuestro ego de nuevo.
Allen Watson
Dirijo un grupo de estudio semanal en Un curso de milagros en la Iglesia Unity de Portland, Oregon. De 1993 a 2006, trabajé con Robert Perry en The Circle of Atonement, una organización de enseñanza y sanación centrada en Un Curso de Milagros y con sede en Sedona, Arizona. Antes de eso, trabajé como programador de computadoras, capacitador, administrador de sistemas y consultor en computadoras VAX / VMS. Ahora estoy jubilado, sigo escribiendo y vivo en Portland con mi esposa, Peggy Baldwin, y disfruto de la genealogía y el estudio de la Biblia como pasatiempos. En 2012, completé mi formación como Maestra Licenciada en Unity (LUT) para Unity of Portland , donde también doy clases sobre principios metafísicos y la Biblia.
En el Círculo, fui autor y coautor de numerosos libros sobreUn curso de milagros, incluido mi éxito de ventas, A Workbook Companion , que contiene comentarios sobre las 365 lecciones diarias del Workbook. Otros
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