Traducido con Amor desde… Science & Nonduality
Me he estado preguntando si quiero abordar el asesinato de George Floyd, o los disturbios ocurridos en las manifestaciones generalmente pacíficas, o la pandemia que todavía nos acompaña, o los hombres, en su mayoría blancos, provistos de armas automáticas, gritando enfrente de la policía, exigiendo su derecho constitucional al trabajo (y a contagiar a los demás), o la cacofonía de teorías conspirativas y opiniones divergentes sobre todos estos sucesos que discrepan entre sí en las redes sociales y en las calles. Obviamente, hay mucho sufrimiento sucediendo en este momento, y muchas personas lo están padeciendo de muchas formas diferentes. Muchos están al borde del abismo a nivel económico y en términos del estrés al que están sometidos. Siento compasión por todas las personas involucradas, y sí, a veces yo también me implico, siento ira y me comporto inadecuadamente.
Y, sin embargo, en medio de todo este horror, han brillado algunos gestos notables de la naturaleza humana: la policía arrodillada ante los manifestantes, la policía en algunos lugares uniéndose y marchando con los manifestantes, el hombre en Washington DC, que acogió durante la noche a más de 70 manifestantes en su casa que estaban siendo acorralados y rociados con gases lacrimógenos.
Dado que supuestamente tengo una perspectiva no dualista, tal vez este sea un buen momento para compartir lo que la no dualidad significa y no significa para mí y cómo podría relacionarse con todo esto. A mi modo de ver, la no dualidad no significa que todos seamos iguales, que no tengamos sentimientos, opiniones o preferencias, que vivamos en una especie de utopía dichosa, o que evitemos sentir dolor adoptando inocentes creencias de que todo está bien. La no dualidad no significa pretender que no existen la multiplicidad y la presencia de energías aparentemente opuestas. De hecho, ¡la vida SOLO puede manifestarse como polaridades, variaciones y contrastes!
No dualidad significa que no vemos arriba y abajo (o izquierda y derecha, o bien y mal, o relativo y absoluto) como enemigos, o como cosas separadas que pueden disociarse, y no creemos que arriba debe (o podría) prevalecer sobre abajo, o que solo podríamos tener arriba y no abajo. La no dualidad significa que vemos la armonía más grande incluso en la aparente falta de armonía, la forma en que todo va junto como un conjunto inseparable e interdependiente.
Yo diría que necesitamos esa perspectiva en este momento, esa visión más amplia que comprenda la frustración y la desesperación que impulsa a la gente a destruir y saquear, o agolparse en los capitolios estatales con sus armas automáticas y sus cruces esvásticas. Necesitamos esa perspectiva más amplia que comprenda la vieja historia del granjero chino y la forma en que las cosas confluyen de manera misteriosa ― cómo un loto crece desde el fango y cómo a través de la grieta es por donde entra la luz al interior de un recinto. Tal vez, a veces, la ira sea algo saludable, un acicate necesario para despertarnos. Quizás una pandemia global también sea una gran llamada de atención. Tal vez podamos ver que en realidad no elegimos qué puntos de vista nos parecen correctos, o qué informaciones de los medios de comunicación nos parecen creíbles y cuáles no, o si nuestro miedo y rabia se vuelven tan abrumadores que nos encontramos rompiendo ventanas o agitando una bandera confederada.
Destrocé una casa entera la última noche que estuve bebida, allá por 1973. Sé cómo se siente la rabia y cómo te domina. Lo entiendo. Y estoy profundamente agradecida de haber tenido la suerte de encontrar un camino hacia la curación, y de haber tenido el tiempo y los recursos para lograrlo. No soy autora de 5 libros sobre la no dualidad y la conciencia porque soy mejor persona que esos tipos con sus armas automáticas y sus banderas con la leyenda de "No me pisotees", o esos tipos destrozando y saqueando, o ese oficial de policía con su rodilla en el cuello de un hombre durante casi 9 minutos. No es porque yo sea mejor. Si yo fuera un hombre negro desesperado sin trabajo, cansado de ser señalado y amenazado, podría ser uno de esos saqueadores. Si yo fuera un hombre blanco que hubiera trabajado duro toda mi vida y tal vez luchado en alguna guerra y volviera a casa solo para sentirme ignorado y no escuchado, podría estar ahí afuera con mi arma automática y mi bandera confederada. Si yo fuera un oficial de policía que tuviera que hacer juicios rápidos sobre la vida y la muerte y lidiar día tras día con las cosas más feas que suceden en nuestra sociedad y un trabajo peligroso y estresante, podría llegar a oprimir con mi rodilla el cuello de alguien.
Sé que hay racismo en mí, aunque no me gusta sentirlo, pese a que he luchado contra el racismo y tuve padres que me enseñaron lo despreciable que era el racismo. Aun así, está ahí. Creo que todos somos racistas. Y tenemos sexismo y heterosexismo y todo tipo de prejuicios y estereotipos que no elegimos y que, en muchos casos, rechazamos y nos esforzamos en desarraigar. Y, no los experimentamos porque seamos malas personas, sino porque estamos condicionados. Todo es el resultado de infinitas causas y condiciones, y ninguno de nosotros lo controla. Tanto si nos sentimos motivados a hacer una labor de justicia social o de meditación, como si nos sentimos impulsados a saquear y aplastar o agitar una bandera con la esvástica. Estamos inmersos en una actividad de todo el universo.
Mi madre siempre decía que todos debemos amarnos. Tenía amigos de todas las razas, estatus económico, clase social, orientación sexual, afiliación política, edad, género y religión; tenía amigos que vivían en barrios ricos y amigos que habitaban viviendas de protección social, amigos que eran republicanos y amigos que eran demócratas, y una hija lesbiana, a la que faltaba un brazo (manca), que durante un tiempo estuvo en la izquierda anti-imperialista radical. Todos los años, en su cumpleaños, mi madre invitaba a unas 80 personas, de todos los tipos imaginables, a una fiesta en su apartamento, no muy grande, y, sorprendentemente, todos se divertían. Ese fue el regalo de mi madre, el regalo del amor. ¡Podía enojarse! su punto de partida siempre fue el amor.
No es fácil amar a nuestros enemigos, como predicó Jesús. A veces no es fácil amarnos a nosotros mismos. No siempre es fácil incluso amar a nuestros amigos más queridos, a nuestras parejas, a nuestros hijos o a nuestros padres. O a las personas que no están de acuerdo con nosotros en Facebook. La vida es un desafío y algunas personas tienen una vida verdaderamente desafiante. He sido muy afortunada y lo sé. Pero no todo el mundo tiene tanta suerte.
Ojalá que todos sepamos aceptar que todas las personas sean exactamente como son en cada momento, y que el mundo sea exactamente como es. Que podamos perdonar al mundo, a nosotros mismos y a los demás por decepcionarnos o lastimarnos. Que encontremos el camino del odio al amor en cada momento, de la crítica a la apertura. Que podamos ver que somos una Red de Joyas, donde cada uno de nosotros es un reflejo de todos los demás, que “contenemos multitudes”. Que veamos que el mundo que observamos es como un espejo que muestra nuestro propio rostro. Que tengamos compasión por ese rostro con todas sus imperfecciones y defectos. Que veamos su belleza y su totalidad. Que podamos abrazarlo con amor y reconocer que nunca es exactamente igual ni por una fracción de segundo. Que el corazón esté abierto y libre. Que aprendamos a amarnos unos a otros y a nosotros mismos. Esa es mi oración.
¿Puede rezar alguien considerado no dualista? ¿Puede alguien no dualista abrazar el mundo con amor? ¿Quién abraza a quién? ¿Quién reza a quién? ¿Quién está hablando en este momento y quién está escuchando ahora? Estas son grandes preguntas, no para responder con tópicos fáciles y no duales, sino para vivir y explorar de la manera más profunda posible, sin saber qué podríamos encontrar o qué podría revelar ESTE momento ¡Cuando estamos despiertos, siempre nos estamos sorprendiendo! Realmente no sabemos qué es todo esto, o por qué está todo aquí, o qué pensaremos o haremos en el próximo segundo. Y nunca sabemos cuándo nuestro aparente enemigo podría convertirse en nuestro amigo, o en nuestro propio Ser ligeramente disfrazado.
Joan Tollifson escribe y habla sobre la siempre cambiante y siempre presente realidad viviente aquí y ahora. Su enfoque es abierto, directo, no conceptual y pragmático. Joan está interesada en ver a través de los problemas imaginarios que creemos nuestros, las historias de carencia e imperfección. Nos invita a despertar a la vitalidad y la libertad de la presencia consciente y abierta, y descubrir la sencillez de ser este momento, tal y como es. Joan tiene una afinidad con el budismo, el Advaita y otras formas de no-dualidad y la investigación meditativa, pero no pertenece a ninguna tradición o linaje particular.
Es autora de varios libros: Bare-Bones Meditation: Waking Up from the Story of My Life (1996), Awake in the Heartland: The Ecstasy of What Is (2003), Painting the Sidewalk with Water: Talks and Dialogs about Nonduality (2010), Nothing to Grasp (2012), y un libro de próxima aparición sobre la vejez, la muerte y la imperfección está en proceso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario